miércoles, 12 de diciembre de 2007

Mis "modos" 1.1

A veces soy un mero espectador de la película. Lo pensaba esta tarde en el coche cuando volvía a casa: me parezco a mi cuñado cuando se queda embobado con la tele y ni dándole codazos se entera de que le estás hablando a él. Conducía, como siempre, enfrascada en mi música y en el atasco. Sin quitar la vista del coche que tenía delante he metido la mano en el bolso, he sacado un pitillo de la cajetilla y lo he sujetado con los labios. Después he vuelto a hurgar en el bolso buscando el mechero… puto mechero, siempre se esconde. Dos metros mas adelante – cuatro minutos después – he logrado encontrarlo y por fin he encendido el cigarrillo. Sin mirar al salpicadero he pulsado el botón que baja la ventanilla e inmediatamente el humo ha escapado de mi boca y de mi coche, mezclándose con el humo que también huía del coche de delante. A todo esto ya ni oía música, ni oía el tráfico, ni tan si quiera veía las luces de freno frente a mis ojos. Autista, me he quedado autista en mis pensamientos quizá, o tal vez no, porque creo que tampoco pensaba en nada. Simplemente estaba existiendo y asistiendo a un momento más de mi vida, sin ser protagonista de ella, sin ser secundario o figurante… solamente estaba delante de la pantalla de cine viendo escenas pasar.

Me pasa a veces. De pronto salgo de la secuencia para sentarme en la butaca. Me teletransporto en un instante y allí me quedo unos segundos, unos minutos o tal vez horas. Hoy fue conduciendo, peligroso, lo se, alguna vez me ha costado tener que dar un frenazo, pero es algo que no puedo controlar. El “modo autista” se conecta solo, por control remoto, y yo no tengo el mando a distancia. Otras veces me pilla en el asiento trasero de un coche mientras hago un viaje, largo o corto. Apoyo la cabeza ladeada en la ventanilla y “on”, modo autista de nuevo. La gente habla y habla y yo simplemente desconecto. Me concentro en las vallas de la carretera y las veo pasar… su imagen se difumina igual que me difumino yo en esos momentos. “¿Estás?”, me dice alguien. No, no “estoy”, sólo “soy”. En esos momentos no sé donde estoy, o si lo sé pero prefiero ignorarlo y envolverme en mi burbuja.

Me molesta sobremanera que me saquen de mi burbuja. Me suele generar agresividad, no física, pero sí verbal. Y eso también me molesta. Me jode esa agresividad que surge de la nada y lo llena todo. Los de afuera de la burbuja no tienen por qué sufrirme ni padecerme cuando despierto de mi letargo. He de controlarlo.

Por otro lado pienso en si será bueno esto de tener un modo autista, esto de tener una burbuja en el bolsillo para sacarla de vez en cuando y meterme en ella, si no será malo evadirse a veces de la realidad desenchufando algún cable de mi cabeza. Y pensándolo bien creo que no hace daño a nadie – siempre que aprenda a controlar la agresividad post vuelta a la realidad – y pienso también en los aparatos eléctricos. Si siempre tuviéramos funcionando el pc, o la lavadora, la televisión, la radio, etc… acabarían quemándose. Por eso los apagamos de vez en cuando. Mi madre me dice “hija, apaga un poco el pc, déjalo descansar”; yo la digo “mamá, ya no plancho más, que se va a recalentar la plancha”; le digo a mi hermana “quita ya un poco la cadena de música, que va a reventar de tanto poky y chuntachunta”… dejamos a los aparatos descansar y los desconectamos. Pues eso hago yo ¿no? Me desconecto, pongo el modo autista, que debe ser parecido al standby, y descanso, al menos mi mente.

¿No soy tan rara ni estoy tan loca, no? Vale… mejor no respondáis ésta pregunta, que debe ser de esas que se llaman retóricas.