jueves, 19 de julio de 2007

La Historia Del Pícaro Ángel Caído

Siempre fue un Ángel especial. Cuando nació quiso Dios abrir los cielos grises del invierno y dejar salir al Sol para que bañara sus cabellos y le iluminara con su luz. Puso en él gracias no visibles al ojo humano y esperó a que germinaran cual semillas regadas por la lluvia de los años. Le regaló verdes ojos que irradiaban esperanza. Le dibujó una sonrisa capaz de hacer nacer sonrisas en sus semejantes. Pero tuvo miedo y no se atrevió a darle un cuerpo bello en el que vivir, pues sabía que sería un Ángel tentador que las fuerzas del mal intentarían arrebatarle. Pensó que no dándole el don de la belleza le mantendría a su lado… ¡cuán equivocado estaba!
Aquél Ángel vivió su infancia tranquila. El Padre se encargó de ponerle en una buena familia que le quería y le cuidaba como el tesoro que era. Además le encargó a uno de sus ángeles de la guarda que le vigilara de cerca, pues siempre sentía la amenaza del Maligno sobre su Ángel especial. El Ángel no sabía que estaba siendo protegido y vigilado de cerca, y vivió feliz en su ignorancia. No era consciente de su propio valor, pero empezaba a saber de sus dones. Sabía que era la bondad en estado puro, sabía que era la fuerza y pilar donde se apoyaban los seres que la rodeaban, sabía del poder de su sonrisa y del brillo de su mirada… pero también sabía que jamás sería un Ángel bello.
Creció, le nacieron las alas… comenzó a aprender a volar. Entonces el Padre multiplicó su guardia… el Maligno acechaba, y el Ángel empezó a sentirse como ave en jaula de cristal. A veces se cruzaba con él, el Maligno, que buscaba encontrar sus ojos y seducirle para llevarle a su lado, pero el Ángel le evitaba… le tenía miedo. Pasaba por su lado procurando no mirarle, pero algo había en él que le llamaba… El Maligno tenía un poder de atracción descomunal.
Un buen día el Ángel bajó la guardia, y cruzaron sus miradas… Sólo un guiño le bastó al Maligno para abrir una brecha en aquél Ángel divino. Sólo un guiño le bastó para convertirlo en El Pícaro Ángel. El brillo de sus ojos ya no era tan limpio… había un sutil destello color fuego. Comenzó a revelarse contra su ángel de la guarda, burlando su celosa vigilancia y adentrándose a veces en el lado oscuro al que el Maligno le invitaba a entrar. Cuando volvía, su naturaleza divina le hacía arrepentirse y rogaba perdón al Padre y al guardián. Pero volvía a cruzarse con Él y caía de nuevo en el juego del otro lado.
Cuanto más tiempo pasaba con el Maligno más poderoso se sentía, y al volver junto al Padre ya no sentía remordimientos, sólo sentía rencor y rabia por un Ser que a pesar de ser su Padre le había negado cosas que añoraba, y que en cambio, el Maligno si le daba. Fue entonces cuando una mañana al despertar notó que sus alas empezaban a perder sus blancas plumas y que al final de la espalda comenzaba a nacerle un pequeño apéndice puntiagudo que creció y creció. El Padre, al verlo, montó en cólera y quiso castigarle quitándole lo que más quería: su ángel de la guarda. Pensaba que así su pequeño Ángel, ahora Pícaro Ángel, recapacitaría y volvería a los brazos de su Padre. Pero entonces el Maligno jugó su baza y le llevó a las puertas del Infierno. Descorrió la gran cortina roja y le mostró lo que había tras ella. El Pícaro Ángel se asustó… pero sintió tanta atracción por lo que vio que no pudo más que dar un paso al frente y ver de cerca lo que allí había. El Padre, al verle dejó escapar una lágrima de dolor… no soportaba ver que su Ángel especial, su tesoro, estaba siendo arrastrado por el Maligno lejos de él. Tragó sus lágrimas y con un gran golpe de voz gritó: “¡Apártate de mi vista, mal hijo! ¡Tu castigo será supremo! Vivirás viendo como tu ángel guardián se consume día a día, ¡vivirás viendo cómo sufre y sufrirás por él! . Y no sólo no serás bello, sino que tus dones atormentarán a quienes sean capaces de verlos, ¡ te temerán, huirán de ti y estarás sólo! ¡¡Serás el Pícaro Ángel Caído!!”.
El Maligno, que vio todo lo que ocurrió, no habló. Se giró, dio la espalda a Dios y miró cara a cara a su ahora Pícaro Ángel Caído… le sonrió, pasó su mano sobre los hombros y se adentró con él en el Infierno… tras ellos se cerró el enorme cortinón rojo.
El Pícaro Ángel Caído comenzó a vivir en aquél mundo de Pecados Capitales. Cuando pecaba era feliz. No pensaba, no sufría, no sentía.
Vivía en la Pereza. El Maligno, como reconocimiento por haberse convertido en su hijo le había regalado siervos que satisfacían sin dudar todos y cada uno de sus antojos. Ya ni se molestaba en salir a buscar almas débiles de frágiles ángeles como él lo fue. Sentía Envidia por los malignos natos, pues no tenían conciencia y él aún conservaba parte de ella por su naturaleza divina. Comía y devoraba almas oscuras, poseído por la Gula, intentando llenarse así de su oscuridad y eliminar cualquier rastro de la luz que un día su Padre le pidió al Sol que le entregara. Se llenaba de Ira cuando salía tras la gran cortina roja y veía postrado a su ángel guardián que yacía castigado por su culpa. Volvía a adentrarse en la cortina y entonces sólo quería olvidar, perderse en la Lujuria de los cuerpos ardientes y deseosos de sexo que allí había. Conservaba con celosa Avaricia los recuerdos y tesoros que aún guardaba de su vida al lado de la luz y se crecía en su Soberbia cuando se juraba que le haría pagar al Padre lo que le estaba haciendo a su ángel guardián.
Vivió así meses, años… cegado por el Maligno. Día a día se iba cansando de la vida tras la cortina roja y a veces añoraba estar fuera de allí y respirar el aire limpio, puro… despertar los dones que tenía y que allí dentro dormían. Una mañana al despertar notó que le volvían a nacer plumas en sus alas, pero esta vez eran negras. El apéndice bajo su espalda encogió quedando solamente a la mitad de su longitud anterior. Se sentía extraño allí. Comenzó a escuchar de nuevo a su conciencia y notó como sus dones despertaban poco a poco… pero había perdido la inocencia y apenas quedaban visos de ilusión.
Era rechazado por los malignos y sabía que fuera de la cortina también lo sería por haber pertenecido al Infierno… sus alas negras lo delataban.
Tomó una decisión. Sería libre. Atravesaría la cortina y viviría entre dos mundos, entre el bien y el mal, sin pertenecer a nadie. Se marchó. Descorrió la cortina sin mirar atrás, ni si quiera se despidió. Al abrirla, la luz cegó sus ojos acostumbrados a tanta oscuridad, pero poco a poco fue haciéndose a la claridad.
Cuando dio el primer paso se encontró de bruces con el Padre. Le miró, sin desprecio, pero sin afecto. Sentía indiferencia. No le odiaba por haberle castigado, sabía que había hecho mal cuando le abandonó… pero tampoco le perdonaba tanto sufrimiento, no por él, sino por su querido ángel guardián. Jamás volvería a él, ya no era su padre ni él su hijo. El Padre asintió, entendiendo la postura del Pícaro Ángel Caído y no pronunció palabra. Lo dejó ir.
Ni Pícaro, ni Ángel, ni Caído. Ahora no era nada. Era sólo un alma solitaria que batía sus alas negras en busca de hallarse en paz.

B.S.O.

Ayer no tuve un buen día... tampoco es que fuera malo, procuro no dejar que se ennegrezca del todo dándole toques de color a golpes de sonrisa. Pero el caso es que no fue bueno. Estaba cansada, agotada, física y psicológicamente sobre todo. Yo no sé si es éste maldito calor, la falta de horas de sueño, o que hacía mucho que no tenía un día “bajo” y ya tocaba. El tema es que estaba deseando llegar a casa, llenar la bañera hasta arriba (lo siento, sé que hay sequía, pero sólo uso esta técnica de relajación cuando ya no puedo mas, que suele ser como mucho un par de veces al año), poner a Yann Tiersen en el cd y meterme allí, con los ojos cerrados durante al menos media hora. No hizo falta.... a medio camino entre el curro y casa saltó una pista en el cd que llevaba puesto que me hizo cambiar el chip, y conduje hasta casa con un subidón de energía impresionante.

Curioso el efecto que puede tener sobre mí una canción, algo de música. Es una cosa que he pensado siempre, que la música forma parte de mi vida, no puedo estar sin escucharla. Desde que me levanto hasta que me acuesto es fácil que el 90% del tiempo esté escuchándola... a veces más de fondo, como de hilo musical, otras más conscientemente... a veces eligiendo lo que escucho, otras simplemente poniendo la radio... pero al fin y al cabo, escuchando música. Lo que no quiere decir para nada que tenga una cultura musical, que ya me gustaría. Soy una ignorante en el tema, pero me gusta escucharla, qué le vamos a hacer.

Pienso que hay un tema o canción para cada persona, para cada momento, para cada día, para cada estado de ánimo... canciones que te recuerdan a alguien, a algo, a una situación en concreto, o que te transportan a algún lugar (real o no).

La canción que ayer hizo saltar los resortes de mi bajoncillo fue “Deltoya”, pero la versión que incluye Fito y los Fitipaldis en su último disco. Empezó a sonar y subí el volumen a todo lo que daban los altavoces... joder, cómo me gusta esta canción, y ésta versión “Me da igual!! Me voy a poner Deltoya y sin parar!!” Es algo automático, empiezan los primeros acordes y me da el subidón. Pero no es la única canción que lo consigue... por ejemplo hay otra, que guardo siempre como un tesoro y sólo escucho cuando lo necesito. Mismo sistema: subo el volumen y pulso play... “Ain’t no mountain” de Marvin G. Encuentro que es una canción súper positiva, consigue siempre arrancarme una sonrisa y hacer que me ponga a bailar y a cantar como una tonta.

A veces una canción en determinado momento puede cambiar tu estado de ánimo, tu rumbo y me atrevería a decir que incluso tus decisiones.

Estoy tratando de pensar cual es mi banda sonora de hoy, pero estoy tan dormida que no se me ocurre ninguna... de hecho hoy no he decidido qué escuchar, he puesto la radio, y lo que salga. Como tengo estos días tontos me apetece escuchar cosas tranquilitas, melódicas, romanticonas... pero me lo tengo prohibido. Cuando estoy así de tonta lo que menos necesito es hacer leña del árbol caído y machacarme con historias de amor hechas canción... así que paso al plan B, que suele ser darle al rock, al house y a todo lo que sea cañero. Pero con reservas... me explico: ahora mismo estoy en el curro, y no “debo” escuchar cualquier cosa, puesto que estoy en recepción. Imagino la cara del Gran Jefe entrando por la puerta y yo escuchando a los Marea, ¡con lo que ponen algunas de sus canciones! Jajajajaj sería todo un puntazo. O si me encuentra con el Subliminal Session 9 de Erick Morillo, CD1, que me encanta, puesto a todo gas, porque no sé escucharlo con el volumen bajito jajajaja

Mira, está sonando en la radio Crazy, de Aerosmith.... buena canción para este momento. Crazy, I go crazy....pues si, un poquito crazy si que me estoy volviendo! Más que nada porque se me está ocurriendo cual es mi banda sonora para este preciso momento jajajajjajaa . Tengo mucho trabajo, y muchas más ganas de irme a mi casa a descansar.... y me estoy acordando.... de....
Aaaayyyhooooooooo aaaaayyyyhooooooooooooo, a casa a descansar! Lalalaaaa la la lalalaaa la laaaa ayyyyhoooooo aaayhooooooooo
Está claro que estoy loca jajajajaja ¡¡ Estoy silbando la canción de Blancanieves y los siete enanitos!! Lo mío es grave jajajajaja Na, que por lo menos trabajaré con humor, y con la sonrisa puesta, eso siempre.

En fin, pues eso... ¿y cual es tu banda sonora? ;)