lunes, 21 de julio de 2008

Diagnóstico

En consulta médica, septiembre de 2003:

- Vengo a recoger los resultados de mi resonancia.
- Aquí los tengo... pero esto ya estaba diagnosticado ehh, el resultado es POSITIVO.
- ¿Cómo? ¿Positivo de qué? A mi nadie me ha dado ningún tipo de diagnóstico.
- Si si, usted lo que tiene es un tumor en la cabeza.

Fundido en negro. Caída al vacío. Adiós al oxígeno. ¿La caja pino o caoba? Me voy a morir.

Era yo quien recogía los resultados de una resonancia magnética y a quien le acababan de soltar así de insensiblemente, sin una pizca de tacto, a bocajarro y sin anestesia un diagnóstico aparentemente de gravedad. El señor con carrera de medicina – que no médico, porque médico es otra cosa y no eso - que estaba frente a mi no me dio muchas más explicaciones. Se limitó a derivarme a endocrinología.

“Endocrinología??? Me acaba de decir que tengo un tumor en la cabeza, no debería enviarme a neurología o algo así?¿No me va a explicar qué es lo que tengo?”

Eso pensaba, me quedé como en blanco, perdida, no reaccionaba. Miraba a mi madre, sentada al lado mío, y estaba más blanca que yo. Tumor en la cabeza. Tu-mor-en-la-ca-be-za. Sólo era capaz de escuchar esas palabras rebotando en mi mente.

Afortunadamente, ni todos los médicos son como aquél señor, ni tumor en la cabeza es sinónimo de gravedad. Me moriré si, pero cuando me llegue la hora, como todos, no por aquél tumor.

Horas después un Médico me explicó que los microadenomas hipofisiarios (que así es como realmente se llama ese tipo de tumor) no son de gravedad, y menos cuando son de 0.03mm como el mío. Simplemente se trata con medicación y se disuelve.

Bueno, que no voy a entrar en temas médicos ni a explicar lo que tengo o he dejado de tener. Yo lo que reivindico es sensibilidad y empatía a la hora de dar los resultados médicos a los pacientes, sobre todo cuando no son favorables. Que tener un título colgado en la pared donde diga que eres médico no te autorice a ser un insensible. Que no den por hecho que conocemos sus tecnicismos y nos expliquen los diagnósticos lo más claramente posible. Que no somos números, que somos personas. Que a lo mejor ellos diagnostican 200 veces al día un cáncer de próstata y ya hablan de ello como quien habla de lo cara que está la gasolina, pero que no olviden que sus palabras afectan a quien las recibe, a quien las escucha, que lo que tienen enfrente es una persona asustada, ignorante de lo que padece. Que hay muchas formas de decir las cosas siendo sinceros, directos, pero con tacto, respeto, sensibilidad. Me cabreó, me cabreó muchísimo toparme con aquél señor de bata blanca carente de todo esto, porque yo, al fin y al cabo, no he sido nunca aprensiva – y desde entonces mucho menos – pero pienso en todas las personas que sí que lo sean y hayan tenido que escuchar diagnósticos así y me dan ganas de estrangularle.

Hoy vengo del Médico, uno de verdad, uno que ha tenido mucho tacto para decirme lo que me ha dicho, pero que bien podía habérselo ahorrado. Hoy no quería tacto, hoy quería que me lo dijera a bocajarro, sin anestesia, en plenas facultades y a pleno pulmón.

21 de julio de 2008. Resultado de la RMN: NEGATIVO.