miércoles, 9 de abril de 2008

La leche ¡¡qué día!!

6.15 a.m. Suena la charanga. Wake up!! Al bajar de la cama no encuentro mis zapatillas ¡¡joder qué frío está el suelo!! Vuelo hacia la ducha... ¡¡fríaaaaa, está fría!! Grrrrrrrr siempre me tiene que tocar a mi. Rápido, a desayunar... ¡¡no hay leche!! Grrrrrrrr ya desayunaré en el curro. Me visto, me seco el pelo y arreo escaleras abajo a coger el coche. ¿Las llaves? En mi cuarto. Vuelvo corriendo como alma que lleva al diablo, las cojo y de vuelta al coche. Sólo voy 5 minutos más tarde de lo habitual... no problem.

7.45 a.m. El atasco es monumental. Estoy a menos de 1km de mi trabajo pero parada. Un trailer lleno de cajas de leche – y no mala, como la que se me está poniendo a mi – ha volcado justo en la última rotonda antes de llegar a mi curro. ¡Ya podía haber volcado en mi casa, que estamos sin leche! Finalmente llego a tiempo, no así el resto de mis compañeros de oficinas.

8.00 a.m. Atravieso fábrica para fichar y me parece tener una visión. Una de mis cajas está impresa en Negro42... ¡¡y debería ir en Azul39!! Ficho, vuelvo a mi sitio y enciendo el PC dispuesta a buscar la ficha de impresión de esa referencia y darle al encargado de fábrica con ella en las narices, a ver si aprende – él y el maquinista de turno - a distinguir que Negro42 ¡¡es negro!! y Azul39 ¡¡es azul!!. Peeeeeeeero no me da tiempo, porque se abre la puerta tras de mí y aparece el transportista estrella, alias Pancho Villa y el jefe de almacén. La administrativa de almacén no ha llegado y necesitan urgentísimo dos albaranes ¿y a quien le toca? A la menda lerenda. Pero eso no es todo, porque se vuelve a abrir la puerta. El encargado de fábrica reclamándome nosequé plano de nosecual caja... ¡¡ me tienen ya hasta el higo y acabamos de empezar!!

08.15 a.m. Pancho Villa y jefe almacén se van echando leches con los albaranes hechos. Y ahora viene lo bueno... me encaro con el encargado de fábrica. Por partes chato: el plano que me pides está donde debe estar. Si, como siempre, no sabes ni donde tienes la mano derecha, no es mi problema. Y ahora mira conmigo esta caja... ¿de qué color son las letras? Negras. ¿Y qué color dice en la orden de trabajo que deben ser? ¡¡AZUL 39!! ¿Cuántas planchas habéis impreso? 5000, o sea, todas. ¿Y ahora qué? Esta caja tenía que haberla servido ¡¡ayer!! Y me la imprimes ayer tarde y mal. Informe de No Conformidad. Despachado, que hoy estoy justiciera.

8.30 a.m. Llamo al cliente de la caja Azul39 (ahora Negra42). Me dan ganas de decirle que al encargado de fábrica de este turno le sacamos del zoológico y no sabe leer, pero le tengo que hacer la “mamadita de turno” y contarle una milonga fantástica sobre proveedores de tintas y diferencias entre pantoneras para justificarle el cambio de color en sus letras. Que no se volverá a repetir, que estoy muy arrepentida y me daré 5000 latigazos, uno por caja, y si hace falta haré el Camino de Santiago de rodillas. Se apiada de mi y me dice que no hay problema, pero que Santo Tomás, una y no más.

8.45 a.m. El cliente porculero empieza con su tarea favorita: dar por culo. Pedido urgente de 1.500 formatos para dentro de una hora. Lo lleva claro, porque para ello tengo que volver a pegarme con el de fábrica y con el de almacén, con los dos. Y el de fábrica, vale, pero el de almacén mide 1.90, 4x4, y es lo más parecido al enano gruñón de Blancanieves. Pero como hoy estoy guerrera – no sé si ha sido por la ducha fría o por la falta de leche de la buena... – me pongo a ello y les lío para que me lo tengan a tiempo.

9.00 a.m. Como llevo sólo una hora aquí y ya me han saturado, voy a ver si me tomo un cafelito... Hoy es mi día: cafetera vacía y encima sucia. Me toca fregarla y poner el café. La gente no entiende que a quien se le acaba le toca fregarla y ponerla. Mientras se hace, bajo a fumarme un cigarro... se me ha quedado el mechero sin gas ¡¡y no hay nadie más fumando!! Increíble pero cierto. Así que paso a fábrica y ¿a quién me encuentro? Al del zoo. Le pido fuego y me mira con cara de perro. Guau. Me fumo mi pitillo y vuelvo a por mi cafelito recién hecho... ¿y qué me encuentro? Los posos. Los cabrooooones de mis compañeros – no tienen otro nombre hoy – han llegado al comedor mientras yo fumaba y se han puesto sus cafelitos, y me han dejado un culín. Mecawenlaostiaputayenlasotadebastos!!!! Me lo tomo con leche – de la mala y de la buena – y vuelvo a mi sitio... un poco más relajada, eso si, pero no sé por qué.

Son las 11.30 justo ahora que termino de escribir esto. No sé cuántos marrones y jodiendas más me deparará el día.
En días como hoy, me acuerdo de Mariano, que siempre decía:
“Hoy puede ser un gran día, hasta que venga alguien y te lo joda”Menos mal que a mi no me da la gana hoy de dejarme joder (el día). ¡¡Y estoy de muy buen humor!!

:P