domingo, 13 de enero de 2008

Vacío

Le siento acercarse… me está acechando, vigilando a su presa, esperando el momento justo en que me relaje y me vuelva vulnerable, y entonces saltará sobre mí para darme el abrazo mortal. Y yo sé lo que pasará… dejaré de sentir, dejaré de respirar. Estaré muerta en vida, pero no habrá dolor. Será una muerte plácida, dulce. La oscuridad se cernirá sobre mí y no sentiré nada. Lo sé porque ya me cazó una vez, y dos, y tres. Siempre consigo escaparme pero él es persistente y siempre me va a la zaga.

Es el vacío. Reconozco su olor cuando se acerca, cuando me roza. Recuerdo esa sensación que trae la Nada… es como flotar o fluir en tiempo y espacio. Y no sentir, sobre todo es no sentir. Ni bueno ni malo, ni frío ni calor, ni dolor ni placer.

Pero hoy no quiero que me abrace. Reconozco que sería tan fácil dejarse llevar por él y no sentir… sería tan fácil… En cambio mi mente se niega. Sabe que sin él habrá dolor, pero también habrá pasión… sabe que habrá tristeza, pero también alegría… sabe que habrá sufrimiento, pero también felicidad.

Y corro, corro desesperada sin mirar atrás, aunque mi cuerpo a veces no responda y se quede quieto a la espera de que ese vacío le invada. Pero yo lucho contra los dos, y agotada vuelvo a caer al suelo una vez más. Y me levanto, y caigo, y me vuelvo a levantar.

No me cogerás. Mírame bien, porque jamás me tocarás. No vas a volver a invadirme, nunca. Jamás me cansaré de correr.