jueves, 31 de enero de 2008

La fábula de la serpiente y la luciérnaga

Resulta que hay veces que me pregunto por qué me pasan a mi ciertas cosas. Resulta que hay veces que hay gente que toma actitudes contigo que no son lógicas y que parecen no tener razón o motivo alguno. "No le des vueltas - me dicen - la gente es así". Lo se, la gente es como es, pero yo no entiendo sus motivos. Y cuando no encuentro motivos los busco con más ahínco si cabe.

Buscando motivos me he encontrado con una fábula que quiero compartir con todo el que quiera leerla. En especial para tí, Ele, que no hace mucho me dijiste algo muy parecido a la moraleja de este relato.

Cuenta la leyenda que una vez una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga.
Ésta, huía rápido y con miedo de la feroz depredadora. La serpiente no pensaba desistir y continuaba persiguiéndola.
La luciérnaga huyó un día, y la serpiente no desistía, dos días y nada... En el tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga se paró y le dijo a la serpiente:
- ¿Puedo hacerte una pregunta?
- No he tenido este precedente con nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar...
- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?
- No.
- ¿Yo te hice algún mal?
- No.
- Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?
- Porque no soporto verte brillar...


Me permito añadir otra frase - no mía, que ya me gustaría - pero no con menos razón que la fábula:
“No hay mayor provocación que ser uno mismo”.

Y a buen entendedor...