jueves, 24 de enero de 2008

OBSESION

Obsesión.

(Del lat. obsessĭo, -ōnis, asedio).

1. f. Perturbación anímica producida por una idea fija.

2. f. Idea que con tenaz persistencia asalta la mente.

Todos hemos tenido alguna obsesión en algún punto de nuestras vidas. Cuando eres pequeña te obsesiona que los reyes te traigan la Nancy con todos sus complementos. Después te obsesiona esa mochila megasuperfashion con la que serías la reinona de la clase. Te obsesionan los niños, te obsesiona aprobar, te obsesiona hacerte mayor. Cuando eres mayor te obsesiona encontrar un buen curro, te obsesiona crecer como persona, te obsesiona la hipoteca, te obsesiona llegar a fin de mes, te obsesiona encontrar una pareja. En mayor o menor grado, todos hemos padecido o padecemos alguna obsesión, así que sabemos lo que es.

Pues bien, yo como todos sabía lo que era estar obsesionada por algo. Lo que jamás de los jamases hubiera imaginado es que iba a padecer una obsesión del otro lado. Es decir, ser el objeto de la obsesión de alguien.

Solo con escribir los dos párrafos anteriores, con tanta “obsesión” y derivados, me siento agobiada. Así que cuanto más siendo objeto de tal obcecación conmigo. ¡¡Y encima no entiendo a los tios!!

Me explico: hace mas de de año y medio conocí a alguien… Hubo feeling, y bastante más que palabras durante algún tiempo. El tema es que después la cagó. No supo valorar lo que se le ofrecía (que era lo que ambos buscábamos en ese momento) y que se supone que es lo que la gente a cierta edad prefiere: ser amigos, con derecho a roce, pero sin compromiso firme. Sin exigencias, viéndote de vez en cuando, siendo colegas ante todo. No sólo no cuidó eso sino que hizo que lo aborreciera y dejara de tener cualquier tipo de sentimiento hacia él.

No quise mantener ningún contacto con él, ni físico, ni telefónico, ni de cualquier otro tipo. Al principio me dejó en paz aunque de vez en cuando aparecía. Pasaban los meses y sus apariciones eran cada vez más frecuentes: hoy te llamo, mañana 2 mensajes, pasado charlamos en el msn… y mi actitud siempre fría… la suya no tanto. Llegado un punto me cansé, y dejé de contestar sus llamadas, sus mensajes y todo tipo de intentos de acercamiento. Pero él persistía una y otra vez en su intención de que nos volviéramos a ver. De nada me servía hacer caso omiso a sus llamamientos, pues él seguía intentándolo. Y sigue.

Estoy hasta los ovarios de recibir llamadas perdidas a cualquier hora del día o de la noche. Estoy hasta el moño de mensajes que empiezan siendo lastimeros y acaban siendo erótico-festivos. Estoy hasta los cojones de que me tome por tonta y se piense que con sus técnicas zalameras me va a engañar y nos vamos a ver, y nos vamos a volver a acostar. Porque no nos engañemos, lo que quiere es acostarse conmigo, lo se, que nos conocemos. Y vale que quieras currártelo un poco para echar un polvo con alguien que te agrada, pero si no contesta a tus llamadas, ni responde a tus mensajes, si te ha dicho por activa y por pasiva que no hay nada que hacer, ¿¡por qué cojones no deja de acosarme!? Si, acosarme, y doy gracias a que vive a un par de cientos de kilómetros, porque si fuéramos vecinos a lo mejor estaba interponiendo una denuncia y no contándolo en un blog. Es tal su obsesión que le creo más que capaz de llevar a cabo un acoso más físico. ¡¡Y no lo entiendo!! Pudo tener lo que quería y lo descuidó. ¿Ahora a qué coño viene este acoso, esta obsesión? Que yo no le doy pie, que no le contesto, que no hablo con él de ninguna de las maneras posibles, y el contacto físico es poco probable por la distancia que nos separa. ¿Por qué insiste si sabe que no quiero nada?

De verdad que empieza a molestarme muchísimo ver su número reflejado en la pantalla de mi móvil. Empieza a quemarme recibir sus mensajes. Me estoy cansando… no tengo tanta paciencia. Pensé que me dejaría en paz si le ignoraba, pero creo que es peor. Y plantarle cara no sirve, así que qué hago? ¿Lo mato? Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr. Menos mal que al menos lo tomo con humor, porque si no, no sé qué pasaría…

Añado una acepción a la palabra obsesión: un año y medio de llamadas sin respuesta y seguir insistiendo.

El mundo bajo mis pies

La otra noche andaba yo a vueltas con la almohada… tengo la buena o mala costumbre de hablar con ella todas las noches, ya llegue borracha o serena, cansada o descansada, haya tenido un buen día o un día de perros. Esta es nueva. La vieja era de lana y me ha acompañado durante más de veinte años. La pobre estaba loquita ya de oírme y ha pedido la baja psicológica. Ésta es de látex… no se si por eso de que la lana es como más acogedora y cálida y el látex suena como más frío, la vieja era mas dulce y ésta es una perra. Qué borde es la hijaputa. La tenía abrazada, cariñosa que es una, y le contaba mis movidas mentales… como siempre, repasando situaciones, sensaciones, pensamientos… Me notó más pensativa que de costumbre, algo nostálgica quizá, tal vez sin ganas de fantasear como otras veces con situaciones posibles y que yo hago imposibles. Quizá estaba algo perdida, porque me debatía entre síes y noes, blancos y negros, arribas y abajos, posibilidades de proyectos seguidas de sus imposibilidades. Entonces me dice:

- Oye chata, te voy a poner una canción a ver si te calmas, porque me tienes ya harta.

La miré sorprendida, negué con la cabeza y la golpeé… sin violencia ehhh, sólo para ahuecarla y hacerle después el hoyito… bueno vale, y para que se callara un poco y me dejara en paz. Insistió en que iba a ponerme música y la dije que se dejara de gilipolleces… vale que me escuche, porque es un ser inerte y no tiene mas remedio, ¿pero cómo coño va a ponerme música una almohada?

- Nunca te crees nada, ¡incrédula!.
- Lo se, pero ¿para qué ilusionarme con algo para que luego no sea cierto? Déjame dormir anda.

Y se calló. La habitación quedó en calma, silencio y oscuridad. Pero entonces, cuando estaba a punto de dormirme, comenzó a sonar la música. Una guitarra solitaria parecía tocar sólo para mi, tranquila, despacio, arrastrando los acordes… Reconocí la canción al instante, y su letra comenzó a sonar, no se si en mi cabeza o de verdad, pero la escuché…

“Hay días que parece que nunca se va a apagar el sol,
y otros son más tristes que una despedida en la estación.
Es igual que nuestra vida que cuando todo va bien...
un día tuerces una esquina y te tuerces tu también.

Esa telaraña que cuelga en mi habitación
no la quito, no hace nada, solo ocupa su rincón.

Yo he crecido cerca de las vías y por eso sé,
que la tristeza y la alegría, viajan en el mismo tren
¿Quieres ver el mundo? Mira, esta debajo de tus pies.

Con el paso de los años nada es como yo soñé.
Si no cierras bien los ojos, muchas cosas no se ven.

No le tengo miedo al diablo ¿no ves que no puedo arder?
No hay más fuego en el infierno del que hay dentro de mi piel.

Todo lo malo y lo bueno caben dentro de un papel.
¿Quieres ver el mundo? Mira, está debajo de tus pies.”

Y miré, y no vi nada. Y otra vez la puta de mi almohada.

- Eres una incrédula.
- Lo se lo se, pero cállate.
- No me da la gana. ¿Cuándo vas a aprender?
- ¿A qué?
- A confiar en ti y en tus posibilidades.
- Déjame dormir.
- ¡¡No!! ¡¡ Me vas a oír!!
- ¿Y de qué me sirve escucharte si no te creo?
- Me creerás… mira ahora bajo tus pies.

Renegando me levanté. Quise poner los pies en el suelo pero no había. En cambio no me caí.. Miré hacia abajo y vi que flotaba en el aire. Y además tenía el mundo a mis pies.

- Ten paciencia y cree en ti. Sabes que cuando lo has hecho todo ha sido posible. ¿No ves las pruebas? Anda, mira hacia atrás y dime que no es cierto. Dime que no es cierto que soportaste cien años de soledad porque confiabas en que sabrías volver a rodearte de brazos. Dime que no es cierto que trabajaste duro porque confiabas en conseguir tus frutos. Dime que no es cierto que diste pasos al frente y te superaste. Dime que no hiciste sentir como esperabas. Dime que…
- Calla…
- Es cierto, ¿verdad? Todas esas veces confiaste en ti y tuviste el mundo a tus pies. Confía ahora… ¡¡confía siempre!!

Qué puñetera es, no se calla nunca. Y a mi… a mi me jode tener que darle la razón.