jueves, 29 de mayo de 2008

A puerta cerrada




- ¿y qué pasó?
- Pues que me dio la espalda y caminó hacia la puerta.
- ¿Se fue? ¿y no dijo nada?
- Nada.
- ¿y qué hiciste?
- Ir tras él... pero me cerró la puerta en las narices.
- Vaya...
- Si, cerró y me quedé con la madera a un palmo de la cara.
- ¿Y no echaste la puerta abajo? Yo lo hubiera hecho...
- No, ¿para qué? Hubiera sido un destrozo... toqué con los nudillos, despacio, le hablé intentando dialogar... y nada.
- ¿Nada?
- Ni una palabra... después me alteré un poco y golpeé la puerta con los puños cerrados... y grité...
- Y entonces dijo algo…
- No, nada.
- Vaya... qué impotencia, ¿no?
- Pues si...
- ¿Y no te dio ninguna explicación?
- No, ninguna. Así que me fui, sin más. ¿Qué podía hacer si no?
- Uff, no lo sé… nada, supongo.
- Eso es, yo no puedo hacer nada, tengo las manos atadas. ¿Y sabes qué es lo que más me duele?
- ¿El qué?
- Su aparente indiferencia… hubiera preferido discutirlo, pero que se fuera así, sin más, como si no le importara…
- No pienses eso mujer… le importará.
- Ya… En fin, eso fue todo.




Y cada vez que pasea evita pisar su calle, pero los pasos, traicioneros, la llevan a su puerta.
Y veces mira hacia su ventana y ve luz encendida, y entonces siente el impulso de llamar… y a veces lo hace, tan suave tan suave que nadie la oye. Ni tan si quiera él.

Una canción; una imagen.





Esta mañana conducía hacia el trabajo, y como siempre, ventanilla abierta y música puesta, absorta en mi mundo, en mis pensamientos, en mi vida... De pronto una imagen. En la foto no se aprecia, pero en el cielo, elevándose sobre los escombros y las grúas, había un arco iris. Sonaba Sirena Varada, de Héroes del Silencio. He querido capturar el momento: cielo azul oscuro, muy oscuro... amenazaba tormenta. Rayos de luz formando un arco iris en medio del caos, sobre el tráfico. Frente a mi escombros, y en mi retrovisor todo lo que va quedando atrás. Y en mis oídos, una letra...

y me he enredado siempre entre algas,
maraña contra los dedos.
cierras la madeja
con el fastidio del destino,
y el mordisco lo dan otros:
encías ensangrentadas,
miradas de criminales, a grandes rasgos,
podrías ser tú.

echar el ancla a babor
y de un extremo la argolla
y del otro tu corazón

mientras tanto, te sangra.
y el mendigo siempre a tu lado,
tu compañero de viaje.
cuando las estrellas se apaguen,
tarde o temprano, también vendrás tú.

duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya.
luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar.
sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad
.
sufrir alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar.

dedicarte un sueño,
cerrar los ojos
y sentir oscuridad inmensa
,
entregado a una luz,
como un laberinto de incertidumbre.
esquivas la pesadilla
y sobrevolar el cansancio
y en un instante, en tierra otra vez.

el miedo a traspasar la frontera
de los nombres, como un extraño
dibuja la espiral de la derrota
y oscurece tantos halagos.
sol, en la memoria que se va ...

y duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya.
luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar.
sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad.
sufrir alucinaciones



cuando el cielo no parece escuchar.