martes, 25 de septiembre de 2007

Ultimos avances tecnologicos

Por si no os habíais enterado acaba de llegar al mercado algo que revolucionará el mundo: el Tampax Falda.

Sí sí sí, leéis bien. Parecía imposible que la ciencia pudiera llegar a avanzar tantísimo, hasta tal punto que aún hoy no somos conscientes, pero de aquí a un par de reglas las mujeres no podremos vivir sin él. Es como cuando se inventó la rueda, ¿te imaginas los coches sin ruedas? NO. Pues eso.

Y es que yo me parto cuando voy con mi madre a la compra y se queja porque dice que hay que hacer un master en yogures para saber elegir bien lo que te llevas: que si naturales, que si sabores, que si con trozos de fruta, que si con la fruta batida, que si con bífidus activo, con soja, macrobióticos, y un largísimo etcétera de variedades (huelga decir que dada tu ignorancia en el tema y tu falta de estudios yogurteros acabas llevándote las natillas danone de toda la vida, o como mucho unas gelatinas de fresa). ¿Pero ahora con los artículos de higiene femenina qué, ehh ehhh?

Aún me acuerdo cuando mi abuela me contaba que ellas en sus tiempos se ponían un trapo que iban lavando a diario. Hombre, afortunadamente las señoras Ausonia, y Eva (de los Fina Segura de toda la vida) inventaron la compresa. Pero de ahí a lo que hay ahora en el mercado, va un trecho: compresas normales, light, ultra o super ultra. Eso para empezar. Después elige si la quieres con alas o sin alas. Me temo que dentro de poco las inventarán con motor… no se si para que las alas vuelen o para que drenen nuestras “fugas”.

Mas tarde llegó él, tan fino, tan ligero, tan adaptable… todo un caballero dispuesto a salvarnos de tantas y tantas pérdidas incómodas: el señor Salva Slip. Siempre listo para salvaguardarnos de todo tipo de situaciones, por lo que tan pronto puedes encontrarlo en versión Maxi, como Mini, con o sin alas, depende del momento, y en los últimos tiempos hasta versión Tanga. Sólo tiene una pega: dada su ligereza y a su falta de apego hacia la ropa interior, suele acabar perdido en cualquier sitio menos donde debe estar… así son los hombres y él no iba a ser menos.

Y después llegó la revolución. Alguien (no se quién, pero alabado sea) inventó un pequeño artilugio de celulosa y algodón (creo) con un cordoncito en un extremo. Aquello, cuentan, sirve para nadar, montar en bici, montar a caballo, correr, reir, jugar… vamos, que te da la felicidad… eso sí, te lo tienes que meter en tu chumi, si no, no surte efecto (hay que ver cómo somos las mujeres… siempre metiéndonos “algo” en al chumi para pasar un rato alegre). Pero no se crean que ahí se quedó el invento… no, no, la ciencia avanza señores, y sus caminos son inescrutables. Al invento inicial se le añadió un aplicador que consta de dos tubos de cartón que con un movimiento rápido y firme encajan uno dentro del otro cual muñecas rusas, empujando al tampón (que así se llama la fuente de la felicidad) hacia el interior de nuestros chumis. Pero claro, en vista de que tal aplicador aumentaba el tamaño del kit de la felicidad algún ingeniero (¡por lo menos debió ser un ingeniero!) se sacó de la manga el Tampax Compac, de la misma utilidad que el anterior, pero de tamaño reducido.

Llegado este punto, y no contentos con tanto avance tecnológico, hoy día se ha inventado el Tampax Falda. De momento está un poco en rodaje, y nos es un tanto desconocido… pero yo tengo por ahí fuentes fidedignas que afirman que al tampón original le han añadido una minifalda en los bajos, en el extremo donde se encuentra el cordón; falda que recogerá posibles pequeñas fugas que el tampón en sí no logre absorber. Y no como pensaba mi compañero Chema, cuyos conocimientos en higiene femenina deben ser nulos, por lo que pensaba que Tampax Falda era una muñeca recortable y coleccionable llamada Tampax, cuya primera entrega era la falda. Supongo que en los meses sucesivos esperará ver anunciados el Tampax Camiseta, Tampax Bufanda, Tampax Cazadora y quién sabe cuántos modelos más.

Una Sonrisa; Un Mundo

¿Dicen que no se puede cambiar el mundo? Falso, eso no es cierto. ¿Y qué puede cambiar el mundo? Yo lo tengo claro: Mi mundo lo cambia una sonrisa.

Una sonrisa propia, una sonrisa ajena, una sonrisa que regalas o una que te regalan. Una sonrisa abierta, una sonrisa triste, una sonrisa vertical u horizontal. Una sonrisa muda, una sonrisa ruidosa, una sonrisa sincera, una sonrisa tímida. Una sonrisa pícara... y una sonrisa agradecida.

Piénsalo y dime que no es verdad. Dime si alguna vez en tu vida una sonrisa cambió tu mundo, ese mundo momentáneo, ese que dura un segundo o que es eterno.

Un día cualquiera, tal día como hoy, te levantas de la cama con más sueño que otra cosa y con más bien pocas ganas de currar. Pero de pronto un “anónimo” te regala una sonrisa. No una suya, sino tuya. Te entrega una caja con lazo, la abres y ¿dentro que hay? Tu sonrisa, esa que te acaba de arrancar. Y de pronto no hay sueño ni pereza. Cambia tu mundo, tu momento.

Piénsalo. Un día triste, cruzas la calle, camino de ningún sitio. Vas cabizbajo siguiendo con los ojos las líneas que dibujan los adoquines del suelo. Levantas la vista y ahí está. Una sonrisa, en la cara de aquella persona que cruza tus pasos. Da igual hombre o mujer, niño o anciano. Tu sólo ves la sonrisa y automáticamente te conviertes en espejo, y la haces tuya. Acaba de cambiar tu mundo y hasta los adoquines grises que antes pisabas con desgana ahora te sonríen.

¿A cuántos momentos has dado la vuelta completamente con tan sólo una sonrisa? Qué fácil es...

“Sonríele a la vida; te devolverá la sonrisa”(y si no lo hace, sácale la lengua). Es mi frase, mi lema. Y a veces hay gente que te demuestra que así es. ¿Acaso no me está sonriendo la vida cuando alguien me dice que al acordarse de mí sonríe? No es la primera vez que me dicen algo así, pero no por ello deja de ser especial cada vez que lo escucho (o lo leo). Es genial saber que despiertas esa simpatía y que con tu sonrisa puedes cambiar momentáneamente el mundo de alguien.

Sólo por eso, y porque sonreír es gratis, ¿por qué no lo hacemos un poquito más a menudo?