jueves, 29 de mayo de 2008

A puerta cerrada




- ¿y qué pasó?
- Pues que me dio la espalda y caminó hacia la puerta.
- ¿Se fue? ¿y no dijo nada?
- Nada.
- ¿y qué hiciste?
- Ir tras él... pero me cerró la puerta en las narices.
- Vaya...
- Si, cerró y me quedé con la madera a un palmo de la cara.
- ¿Y no echaste la puerta abajo? Yo lo hubiera hecho...
- No, ¿para qué? Hubiera sido un destrozo... toqué con los nudillos, despacio, le hablé intentando dialogar... y nada.
- ¿Nada?
- Ni una palabra... después me alteré un poco y golpeé la puerta con los puños cerrados... y grité...
- Y entonces dijo algo…
- No, nada.
- Vaya... qué impotencia, ¿no?
- Pues si...
- ¿Y no te dio ninguna explicación?
- No, ninguna. Así que me fui, sin más. ¿Qué podía hacer si no?
- Uff, no lo sé… nada, supongo.
- Eso es, yo no puedo hacer nada, tengo las manos atadas. ¿Y sabes qué es lo que más me duele?
- ¿El qué?
- Su aparente indiferencia… hubiera preferido discutirlo, pero que se fuera así, sin más, como si no le importara…
- No pienses eso mujer… le importará.
- Ya… En fin, eso fue todo.




Y cada vez que pasea evita pisar su calle, pero los pasos, traicioneros, la llevan a su puerta.
Y veces mira hacia su ventana y ve luz encendida, y entonces siente el impulso de llamar… y a veces lo hace, tan suave tan suave que nadie la oye. Ni tan si quiera él.

Una canción; una imagen.





Esta mañana conducía hacia el trabajo, y como siempre, ventanilla abierta y música puesta, absorta en mi mundo, en mis pensamientos, en mi vida... De pronto una imagen. En la foto no se aprecia, pero en el cielo, elevándose sobre los escombros y las grúas, había un arco iris. Sonaba Sirena Varada, de Héroes del Silencio. He querido capturar el momento: cielo azul oscuro, muy oscuro... amenazaba tormenta. Rayos de luz formando un arco iris en medio del caos, sobre el tráfico. Frente a mi escombros, y en mi retrovisor todo lo que va quedando atrás. Y en mis oídos, una letra...

y me he enredado siempre entre algas,
maraña contra los dedos.
cierras la madeja
con el fastidio del destino,
y el mordisco lo dan otros:
encías ensangrentadas,
miradas de criminales, a grandes rasgos,
podrías ser tú.

echar el ancla a babor
y de un extremo la argolla
y del otro tu corazón

mientras tanto, te sangra.
y el mendigo siempre a tu lado,
tu compañero de viaje.
cuando las estrellas se apaguen,
tarde o temprano, también vendrás tú.

duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya.
luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar.
sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad
.
sufrir alucinaciones
cuando el cielo no parece escuchar.

dedicarte un sueño,
cerrar los ojos
y sentir oscuridad inmensa
,
entregado a una luz,
como un laberinto de incertidumbre.
esquivas la pesadilla
y sobrevolar el cansancio
y en un instante, en tierra otra vez.

el miedo a traspasar la frontera
de los nombres, como un extraño
dibuja la espiral de la derrota
y oscurece tantos halagos.
sol, en la memoria que se va ...

y duerme un poco más,
los párpados no aguantan ya.
luego están las decepciones
cuando el cierzo no parece perdonar.
sirena, vuelve al mar,
varada por la realidad.
sufrir alucinaciones



cuando el cielo no parece escuchar.

lunes, 26 de mayo de 2008

El gato callejero

Hoy es uno de esos días en que tengo muchas ideas rondándome la mente pero no consigo conectarlas, ni explicarlas... ni tan si quiera entenderlas. Normalmente intento echarme a un lado y dejar que pasen sin que me atropellen, pero hoy he pensado que a lo mejor yo no las entiendo pero otros sí, y tal vez debiera escribirlas para que las lean y me las expliquen.

Hoy me he acordado de un gato. Uno callejero, juguetón, muy listo, que venía cada día al patio de mi tía a comerse la comida de sus gatos. A veces intimidaba... estaba acostumbrado a la calle y a pelear por todo para sobrevivir, y cuando ibas a acariciarle no se dejaba, erizaba el lomo y sacaba las uñas. Yo no entendía por qué... a mi siempre me han dado miedo los animales, pero me gustaba aquél gato, y trataba de superar mis miedos para poder acariciarle... y él no me dejaba. En cambio, si no le hacía caso, se me acercaba, me observaba... incluso a veces se rozaba con mis piernas. Yo entendía aquello como una señal... “niña, puedes acariciarme, no te voy a hacer nada malo”, pero en cuanto me agachaba para tocarle, saltaba y desaparecía. Y yo no lo entendía, porque tan sólo quería acariciarle y rascarle la barriga.

Pensé en que quizá me tenía miedo, pero ¿cómo iba a temerme a mi, que tan sólo era una niña miedica intentando tocarle? ¿Qué daño podría hacerle yo, si tenía más miedo que él? Además, él era callejero, y tenía mucho mundo como para distinguir quién podía hacerle daño y quién no.

Un día le sorprendí con un ratón. Lo tenía entre sus patas, lo zarandeaba de un lado a otro, lo golpeaba... A primera vista parecía que lo estaba matando para comérselo y aunque me pareció salvaje, lo vi normal, forma parte de su instinto animal. Pero seguí observándole y me di cuenta de que en realidad su intención era jugar con él. Pero el juego se le fue de las manos y lo mató, lo mató de verdad. El ratón quedó inerte ante sus ojos, y el gato se quedó muy parado, mirándole, esperando a que se moviera de nuevo. Vi tristeza en su mirada, no había sido su intención. Se tumbó junto al ratoncillo y se quedó ahí, esperando... me dio pena, mucha pena, y volví a querer acariciarlo, para consolarle. Yo sabía que no había sido su intención matar a aquel ratón, que tan sólo quería jugar, y yo quería pasarle la mano por el lomo y decirle que lo entendía, que no había sido culpa suya sino de su instinto. Pero no me dejó. Volvió a erizarse, a sacar las uñas, a enseñarme los dientes... Y entonces tuve mucho más miedo del que ya tenía y salí corriendo por el patio para alejarme todo lo posible.

Mi tía siempre nos dijo que no nos acercáramos a él, que era malo, traicionero y nos iba a arañar... Yo se que aquel gato no era malo, pero por alguna extraña razón no quería recibir cariño de nadie y por eso se ponía así de arisco. Jamás lo comprendí.

Quizá haya personas así, como aquél gato, y yo no sepa comprenderlas, porque si yo fuera gato, me dejaría acariciar la barriga y el lomo por aquellos que se que no pretenden hacerme daño.

jueves, 22 de mayo de 2008

Una tarde de lluvia... y una maleta

Ayer tarde el cielo amenazaba tormenta, pero la temperatura era buena.



No, no voy a dar el parte meteorológico. Voy a contar que extrañamente se me antojó pasear, sola, por las calles de mi pueblo. Dejé el móvil y la chaqueta en casa, y me fui, a cuerpo gentil, a dar un paseo. La mano derecha en mi bolsillo jugaba con las llaves de casa. La izquierda, libre, tocaba las cosas que, curiosas, surgían a mi paso. A veces farolas, a veces flores… se me acercaban y me saludaban, como si llevaran tiempo sin verme. Y yo, agradecida, las acariciaba.

Y miré con otros ojos las calles; la luz me ayudó. Era una luz suave y a la vez brillante. El sol estaba escondiéndose un poco tras la montaña, un poco tras las nubes oscuras. Pero sus rayos, rebeldes, luchaban por no esconderse y seguir iluminando mis pasos.

De pronto una ráfaga de luz y seguido un estruendo. Agudizo el olfato… Ya está aquí, llegó la tormenta, la huelo. Huelo los campos mojados, ese olor tan característico a lluvia de verano. Lo se, no estamos en verano, pero ayer tarde llovía verano. Una suave cortinilla de agua empezó a caer sobre mí… no era fría, era casi una caricia. No aceleré el paso, al contrario. Caminé lenta, despacio, disfrutando cómo las gotas me iban mojando, limpiando, sanando… ese suave aroma me invadía y me serenaba… y la luz, cada vez más suave, guió mis pasos de nuevo hasta casa, con una sonrisa en los labios.



Y entonces la lluvia arreció, y yo la miré desde el cristal de mi ventana. Una gota, dos... resbalaban separadas haciendo surcos sinuosos. Seguí a una de ellas con la yema de mis dedos. La vi unirse a otra y seguir surcando el ventanal en busca de más gotas que devorar. Devoró tantas que al llegar al alféizar se derramó de golpe y formó un charco que poco a poco fluyó hacia el borde y cayó sin remedio hacia el asfalto.



Me he comprado una maleta. Una grande y azul aguamarina. Está vacía, por ahora. Pero quiero llenarla de sueños, de viajes sin retorno o viajes de ida y vuelta, de espuma de mar, de polvo de estrellas, de pegatinas. Quiero llenarla de ilusiones, de todas, las perdidas, las vencidas, las dormidas, las soñadas tantas veces. Por eso es grande, y azul, azul aguamarina. Porque en el mar todo cabe, sobre todo sueños impermeables que flotan, sueños que no mojan las lluvias de verano ni de primavera. Ilusiones florecidas en tormentas de silencio. Quiero tirar descalza de ella, mientras llueve y yo me mojo. Y pisar la arena, o las rocas, o alfombras persas. Quiero salir de viaje con ella y será mi compañera. No caminaré sola, sino con ellos y ellas, sueños, esperanzas, ilusiones, ideas… Y tras mis pasos se oirán sus ruedas.



Hoy el suelo está mojado… ha terminado la tormenta. Y en unas horas será de noche, ya ves… parece que fue hace un rato cuando amanecía…

miércoles, 21 de mayo de 2008

Puzzle

Ayer me di cuenta de que parece que me voy vendiendo por fascículos. Y es que un día cuelgo mi sonrisa, otros mi mirada y por último mis pies. Parezco un puzzle. Y me vino a la memoria aquél post que escribió Pequeña hace ya unos meses y que sentí mío, porque me identifiqué por completo con ella. Ya se lo pedí prestado entonces y sé que no le va a molestar que lo vuelva a colgar aquí, para refrescar mi memoria.

Sonrisa puesta y ojos risueños. Risilla intercalada cada dos frases y siempre dispuesta a regalar una carcajada. Cualquier pique recibe como respuesta una imagen, bien clarita, de una lengua. O un mohín airado, demasiado exagerado para ser creíble.

Cabezota. Para lo bueno y para lo malo. Algunas discusiones se eternizan. Si se decide que se va a conseguir algo, no importa lo que se tarde, a por ello hay que ir. Ceño fruncido ante problemas
sin resolver. Mirada obcecada a la pantalla del ordenador cuando el p... descuadre señala 0.01.


Indecisa. Insegura. Los nervios a flor de piel siempre. SIEMPRE. El estómago y el sueño se resienten. Días sin comer y noches de mil vueltas en la cama. Los engranajes del cerebro siempre crujiendo. Ideas rebotando constantemente en la cabeza.

Serena. El control de la situación siempre en las manos. Con una "aparente" capacidad para la calma. Nadie adivina el nerviosismo. Siempre saliendo de la boca la palabra precisa. (Aunque por dentro, y esto es un secreto, mil demonios trastoquen tu funcionamiento)

Decidida. Valiente. Tomar decisiones y saber que se llevarán a cabo. Contra vientos y mareas. Aunque por dentro se tiemble, se dude y el germen del arrepentimiento intente hacer mella.

Capaz de decir lo siento. Diciéndolo sincera, con la mirada fija
y el corazón abierto. A veces la decisión y la cabezonería nublan la visión. Pero siempre hay alguien que ayuda a abrir los ojos. Nunca negarse a decir lo siento.


Llorica. Esa lágrima fácil mojando la almohada, mientras los brazos abrazan a las rodillas o a ese peluche tan acostumbrado a la salobridad del llanto.

Fuerza. Genio. Nunca aceptar que algo duele. Ironía ante los
envites. Reírse de todos, de todo y de ti. Mirada alta y paso firme.


Responsable, seria. Siempre saber que palabra está de más y cual está de menos. Compostura perfecta. Saber estar, saber hablar. Casi elegancia.

Ridícula. Con esa capacidad sorprendente para meter la pata.
Boca grande. Torpeza continúa. Tropezones, caídas. Manos
de trapo.


Activa. Con mil cosas proyectadas. Aficiones de todas clases. Un día pintar. Otro, escribir. Al siguiente, clases de baile. Hacer aeróbic. Salir a andar al monte.

Pereza absoluta. Diez minutos después de sonar el despertador, seguir envuelta en las sábanas. Sábados de apuntes sobre la mesa y tirarse en el sofá. Cualquier actividad es excesiva si supone algo más que cambiar de canal. Tres dibujos a óleo sin acabar. Eludiendo amigos que proponen noches de marcha.


Marchosa sin remedio. Loca por un lugar con amigos y música. No parar de moverse en toda la noche. Pies destrozados, caras desencajadas de las risas. Ignorando el sueño y las punzadas de las piernas.


Loca. Infantil. Corriendo, dando vueltas, riendo. Al lado de cualquier niño, ser más niña aún. Dislocar a todos y acabar
con el corazón a mil. Mareada de tanto saltar, gritar y dar
vueltas.



Soñadora. Con ganas de creerse todo. Creyendo en la magia
(y en las hadas, ;) ). Dejando volar la imaginación hasta límites
insospechados, hasta que "la realista", esa otra pieza del puzzle,
obliga a ser consecuente con la edad. Y entonces se acaba la diversión.


Dulce y tierna. Con esa capacidad para acurrucarse en los brazos de él. Perdiéndose en un beso, en un abrazo. Inventando mil caricias nuevas. Siempre soñando con sus manos y su boca. Con su cuerpo entero. Suspirando enamorada.

Éstas y muchas más soy. Un montón de piezas de puzzle contradictorias. Un puzzle que parece imposible ver completo. ¿Mil caras para una sola moneda? Algo así. Quizás solo una palabra pueda resumirme: Contradicción.


He rescatado también el comentario que le dejé:

29 noviembre, 2007
La Sonrisa dijo...
Me acabas de dejar
alucinada... y es que tu puzzle y el mío tienen las mismas piezas. No sé si se
colocarán igual o no, pero te aseguro que son las mismas.
Leyéndote parecía
que me leía.

¿Y sabes qué es lo malo de tener un puzzle con piezas tan
contradictorias a veces? que la gente no sabe encajarlas en su sitio y,
perdidos, se dan por vencidos ante la incapacidad de contemplar el puzzle entero
ya montado.

Y luego está cuando nosotras mismas ocultamos piezas... o
cuando a veces las perdemos...

Vaya, me ha gustado muchísimo este post.
Algún día te lo pediré prestado... al fin y al cabo también son mis piezas ;)

Besos


Sigo pensando exactamente igual que entonces. Nuestro puzzle es complicado, pero no imposible de montar. Basta con querer hacerlo; todo es voluntad. Pero hay gente que, cuando las cosas no les salen, se dan por vencidos y le dejan el rompecabezas a otro, o simplemente no les va gustando como queda el puzzle y lo dejan a medias. Es normal, les entiendo, porque son puzzles de muchas piezas y muy pequeñas, difíciles de encajar todas. ¿Pero sabes que? Que probablemente sean esos los más bonitos, y una vez terminados te proporcionen una grandísima satisfacción.

Yo no me daré por vencida nunca y no descansaré hasta terminar mi propio puzzle. Tengo toooooooodo el tiempo del mundo, pero sobre todo, ganas.



Yo no busco la pieza que me falta, ni nadie que reconstruya por mi el rompecabezas... yo quiero unas manos que recompongan conmigo mi propio puzzle.

martes, 20 de mayo de 2008

Pies

Respondiendo a uno de los comentarios del post de los pimientos he recordado otra conversación que tuve una vez igual de surrealista o más que la pimientera.

No ambientaré la conversación ni la transcribiré entera, que así tiene más misterio, pero intentaré ser fiel a la realidad, salvo error u omisión, intencionada o no jajajaja.

Aquél día me encontré con uno de los especimenes más raros con los que he tenido el gusto – por qué no – de entablar conversación. Era un tipo de estos que te despiertan la curiosidad enseguida, pero la curiosidad pícara, la de hurgar y hurgar en la mente del tío para ver hasta dónde es capaz de llegar con su rareza.

Antes de que me pase como en otra ocasión que publiqué algo de este estilo y algún anónimo me tildó de mala persona, altiva, irrespetuosa y nosecuantas cosas más que no creo ser, he de decir que jamás mi intención fue reírme de ésta persona, sino intentar comprenderla, dentro del humor eso si. Lo que pasa es que tengo una manera peculiar de contar las cosas o de emplear cierta ironía y sarcasmo en muchas conversaciones, pero siempre de buen rollo y sin ánimo de ofender.

Y dicho esto, al lío:

- Hola.
- Hola.
- Oye, perdona que te entre así, pero... ¿puedo hacerte una pregunta?
- Bueno... pero me reservo el derecho a responder ehhh.
- Vale... es que es una pregunta un poco rara, ¿te importa?
- Bueno, venga, hazla, que ya me pica la curiosidad. ¿Qué quieres preguntarme?
- Pues... ¿tu venderías una foto de tus pies?
- ¿De mis pies? Joder, pues nunca me lo había planteado. No me digas que eres uno de esos fetichistas...
- Pse... me gustan los pies, si. ¿La venderías o no?
- Pero a ver...¿es que la gente va vendiendo por ahí fotos de sus pies?
- Si, te aseguro que si.
- ¿Tu has comprado fotos de pies?
- Si...
- Jajajaj vamos no jodas... ¿Y por cuanto, si se puede saber? Porque lo mismo es buen negocio y ¡yo sin saberlo!
- Hombre, pues depende... ¿tu me venderías una foto de tus pies o no?
- Habría que negociar ehhh, que te aseguro que mis pies no son cualquier cosa jajajaja
- ¿Y eso? Cuenta cuenta... ¿qué tienen de especiales?
- Pues para empezar no son bonitos, eso lo primero, no te voy a engañar. Pero te aseguro que en el reino de los pies los míos estarían cotizados al alza, por poco vistos jajajajaja
- ¿Pero se puede saber qué tienen de especiales o no?
- Pseeeeeeee, no te pongas nervioso, que te lo cuento. Pues a ver, mas que los pies son los dedos de los pies, que los tengo largos, delgados y abiertos o separados... todos los dedos salvo el meñique, que es tímido y se esconde, son más largos que el pulgarzote.
- Mmmmmm.... interesantísimo y sugerente... dedos largos... ¿y ágiles? Dime...
- Oye oyeeeeeeee, a ver si te vas a estar poniendo cachondo eh...
- Je je je... ¿Me vendes la foto o no?
- Jajajjaja ¿pero tu estás tonto? A ver, ¿cuánto me das?
- Pues... cinco euros.
- ¿Pero qué dices? Por cinco euros no te enseño ni el calcetín.
- ¿Diez?
- Nada nada... que además, no te creas que me hace a mi mucha gracia saber que alguien se pajea viendo una foto de mis pies.
- Una pena... deben ser muy especiales.
- Lo son lo son jajajjaa no te quepa duda. Y hablando de dudas... yo tengo una duda existencial ahora mismo. ¿Pero cómo te puede excitar ver unos pies?
- No es solo verlos, sino tocarlos, lamerlos, incluso olerlos.
- Vamos no me jodas... se me acaba de caer la libido al suelo pensando en los pies de mi padre cuando viene de correr.
- Jajajjaja claro mujer... pero unos bonitos pies, limpios, desnudos.... pues tienen mucho morbo.
- Si tu lo dices...
- Oye... y ya que no me vendes la foto... ¿qué te parece quedar algún día?
- Si hombre, ¿para qué? ¿Para que te enseñe los pies? Jajjajaja chato que en directo vale más caro que en foto ehhhh.
- Hombre... pues podemos dar un paseo por el Retiro y después sentarnos en el césped... descalzarnos...
- Lo que yo decía, tu me quieres ver los pies, ¡¡golosón!!
- ... y hacerte caricias en tus pies con los míos...
- ¡¡Ah!! ¿Qué encima pretendes meterme mano? ¿He dicho mano? Perdón, ¡ tu lo que quieres es meterme pie!
- Pues ahora que dices de meter pie... ¿a ti nunca...?
- ¿Nunca qué?
- Que si nunca te han masturbado con el pie...
- ¿Con el pie? ¡¡Qué me estás contando!! ¿Eso se hace?
- Claro... yo he conseguido hacer gritar de placer a más de una sólo usando mis pies...
- ¿No sería que no te habías cortado bien las uñas y gritaban porque les arañabas con las zarpas?
- Jajjajajajaja... no te lo tomes a risa. Si no lo has probado, no sabes lo que es...
- Pues tienes razón, no lo he probado y no se lo que es.
- Bueno... si quieres yo te lo enseño...
- Jajajjaja que va, déjalo si eso.
- Pues tu te lo pierdes, cariño...
- Uy uy, a mi no me llames cariño eh... a ver si has empezado con buen pie y ahora no vas a dar pie con bola!
- Vale vale, no te enfades... qué genio...
- Si si, es que hoy me levanté con pie el izquierdo jajajajaja
- Te estás cachondeando, ¿no?
- Un poquito, de buen rollito eh... no te lo tomes todo al pie de la letra jajajjaja.
- Será guasona... pero al menos sincera.
- Si, eso sí, bastante sincera, aunque no deberías creerme todo a pies juntillas jajajjaaaaaaaaaaaaaaa
- ¡Qué cabrona!
- Un poquito na más. Es que me estás dando pie jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
- Jajajajajjajaaj ... Oye pues me has caído simpática... ¿seguro que no te apetece dar un paseo, otro día?
- Jajajja no, en serio que no. Pero gracias ehhh.
- De nada mujer, pero en serio me gustaría. Una pena... me voy a quedar sin verte los pies esos especiales que dices tener.
- Jajjajajaa no te pierdes nada hombre. Oye, y gracias a ti por aguantarme el cachondeo eh. A tus pies! jajajaja
- Jajajjajaja A sus pies señora. Ha sido todo un placer.
- Venga, que vaya bien y que encuentres muchas dispuestas a venderte la foto de sus pies jajajjajaa
- Jajajjajaja ¡¡gracias!! Suerte a ti también. Ciao.
- Ciao.


Y se quedó sin verme los pies... con un poco de suerte el azar le traerá hasta aquí y podrá verlos gratis jajajajaja

He aquí mis pies.

Pimientos

Ya no sé por qué me sorprendo cuando me pasan estas cosas, si está claro que lo que me pasa a mi no le pasa a nadie. Y ya no me refiero a que hoy, por ejemplo, haya tardado hora y media en hacer el trayecto de casa al trabajo, trayecto en el que esta tarde emplearé solamente quince minutos... eso le puede pasar a cualquiera en un día como hoy, con un par de accidentes en carretera y mucho gilipollas al volante. Me refiero a las cosas como la que me pasó ayer.

Ayer tuve una conversación de lo más surrealista, y a juzgar por el tema entorno al cual giraba, con razón a veces digo que me siento parte de un circo... aunque con mi suerte, si pongo un circo me crecen los enanos.

Transcribo la conversación tan textualmente como mi memoria me permita:

- ¡Hola!
- Hola...
- ¿Qué tal?
- Bien... ¿te conozco?
- No, no... disculpa... Oye, ¿puedo hacerte una pregunta?
- Si... tu dirás.
- ¿A ti te gustan los pimientos?
- Pues... si, ¿por?
- Entonces, ¿te importa que te haga alguna pregunta más? Es que estoy haciendo una tesis sobre los pimientos.

Alucinaba, lo juro. Me lo tomé totalmente a guasa, está claro, así que entré al trapo, que tenía ganas de echarme unas risas.

- Venga, vale majo, pregunta, pero que sea fácil eh.
- Si si, facilísimo... ¿y a ti que pimiento te gusta más, rojo o verde?
- Hombre, pues depende de la variedad de pimiento, que no sólo los hay rojos o verdes ehhh.
- Anda, ¡no me digas que vas a saber de pimientos!
- Uy si, hice un master del universo en pimientos.
- O sea, que no tienes ni idea.
- A ver majete, los tienes rojos, verdes y amarillos, igualito que las luces del semáforo. Y luego pues depende, tienes pimiento morrón, o italiano que es mas dulce, pimiento choricero, ñoras, que también son pimientos... joder, parezco una verdulera jajajaja



- Jajajjaja si...Joer, pues sí que sabes de pimientos.
- Pimientos de piquillo, los de Gernika, los de Padrón, que unos pican y otros no...
- Vale vale, me queda claro que conoces los pimientos. ¿A que eres de pueblo?
- Como las amapolas chato, pero no conozco los pimientos porque me dedique a sembrarlos ehhh.
- ¿Y a ti cual te gusta más entonces?
- Pues no se, todos, según como estén preparados.
- A ver, ¿en verano cual prefieres?
- Está claro, pimiento morrón rojo asado, en ensalada, con bonito, cebolla, aceite, sal y huevo duro.
- Mmmmm debe estar bueno.
- Si... o si no pimiento italiano, frito, pero frío o del tiempo, y con tortilla de patata y unas lonchas de jamón, en bocadillo.
- Bien bien, tomo nota. ¿Y en invierno?
- Mmmm no se, pues rellenos por ejemplo. Pimientos de piquillo rellenos... están muy buenos rellenos de quesitos, con nata y tomate por encima.
- Vaya, encima cocinillas.
- Claro hombre.
- Oye, una cosa más.
- Dime.
- Y si fueras un pimiento, ¿qué tipo de pimiento serías?
- Jajajjajaja esa pregunta si que es difícil.
- Venga, ¡que seguro que te identificas con uno!
- Pues mira... se me ocurre que yo podría ser un pimiento morrón, si si si. De esos grandes y lustrosos que parecen como de cera.



- ¿Pareces de cera?
- ¡No hombre! Pero no sé, son así carnosos, con la piel tersa y suave, grandes, coloradetes... yo creo que sí, yo podría ser uno de esos. Porque no me veo yo como pimiento italiano eh, ahí estiradilla y arrugada... aunque ahora que lo pienso, en cuanto a sabor puedo ser un pimiento de Padrón... a veces pico, a veces no jajajajaja
- ¡¡Qué salá!! Oye, muchas gracias por tu colaboración, he tomado nota de todo para mi estudio.
- De gracias nada, que son 20 euros.
- ¿Qué?
- jajjajaja es broma.
- Por cierto, ¿tienes nombre? Es para ponerlo en la tesis...
- Si, tengo nombre.
(y se hace un silencio enorme... jajajaja preguntó si tenía nombre, no cuál era)
- Ah... y supongo que también tendrás apellidos, no?
- Si, tengo varios, pero suelo usar dos. Los dos primeros.
- ¡¡Anda!! ¡¡Como yo!! ¡¡Qué casualidad!!
- Ya ves... bueno, ¿alguna pregunta más?
- No, la verdad es que no, me has servido de mucha ayuda de verdad, muchísimas gracias.
- De nada majo. Suerte con los pimientos.
- ¡¡Gracias!!
- Hasta otra.
- Ciao.

domingo, 18 de mayo de 2008

La trapecista

Suspendida en el abismo camina sobre un cable de acero. Serena, dominando los nervios, observando cada cambio en las ráfagas de viento. Los brazos en cruz, manteniendo el equilibrio. Sabe que un paso en falso y no habrá red que la sostenga.El sol se esconde y la oscuridad se cierne sobre ella, pero su mirada sigue al frente, decidida. No le gusta darse por vencida, y tampoco perder.




Los curiosos la observan desde abajo y murmullan entre ellos sobre lo peligroso de la hazaña. Pocos confían en que lo logre y esperan la tragedia tras los golpes del aire que azota cada vez más fuerte. Pero ella sigue en pie. Se tambalea, restablece el equilibrio y sigue caminando. Mirada fija, al frente, nunca abajo, nunca atrás.

Sabe que llegará hasta el final del cable aunque eso no signifique ganar. Pero nadie le enseñó a darse por vencida, y no lo hará.

miércoles, 14 de mayo de 2008

lunes, 12 de mayo de 2008

Inconexiones

In-con-ex-i-on-es

Es lo mejor, aunque duela... pero ¿qué duele más, quedarte o huir?
Huir no es la mejor salida... pero es una puerta al exterior.
Afuera hay aire, y yo me ahogo.
Afuera hace frío, mucho frío... y a mi el calor me nubla la mente.
Y cuando el calor me nubla la mente, me equivoco.
Y cuando me equivoco asumo mis errores y sus consecuencias,
aunque duela, aunque arda, aunque hiele por dentro, siempre por dentro.
Las consecuencias duelen y no sabes si prenderlas fuego o guardarlas en la nevera. Tratas de olvidarlas y cuanto más lo intentas, más recuerdas.
Y recurres al vacío, ese que se queda cuando algo que te llena se acaba.
Te dejas invadir más y más por él... mente en blanco, mirada ausente,
frío, frío, calor, calor... no olvido, adormezco.
Desaparezco, me hago invisible a la vista...
aunque en realidad sigo ahí, detrás de la cortina,
viendo la vida pasar y escaparse,
y estiro la mano para atraparle, y no puedo, no debo.
Y me siento perdida, como un barco a la deriva,
y me dejo llevar por las olas allá donde quieran llevarme.

Me gusta pensar que cuando me recuerdan lo hacen sonriendo.
Me da miedo pensar que sólo recuerden lo malo.
Quiero sonrisas, aunque no pueda verlas ni sentirlas,
aunque tenga que desaparecer para conseguirlas.
Quiero saber que no se me guarda rencor, aunque tampoco se me guarde amor ni cariño.
Quiero dormir tranquila, sin pensar cada noche ni cada mañana si estaré haciendo lo correcto, si no estaré equivocándome de nuevo.

Quisiera ser un autómata, estar programada para actuar sin tener que pensar,
tal vez así nunca erraría, y si algo va mal no sería mi culpa.
Eso tengo, culpa. Culpa de ser como soy y actuar como actúo.
La culpa no me deja dormir... ni vivir.
Vacío vacío vacío... prefiero el vacío a la culpa... pero tengo de los dos.
¡¡Cambio, cambio!! ¡Cambio un puñado de vacío por un abrazo!
Cambio un poco de culpa por un perdón.
Uno sincero, sereno, sin esperar nada más.
En realidad no debiera cambiarlo, porque es mío, y sólo mío.
Asumo mis errores, digo, y sus consecuencias,
así que culpa y vacío son míos, sólo míos.
Ni abrazos ni perdón para mi hoy.

He tallado una marca más en la pared de mi celda,
un día más... un trocito menos...
Debo acostumbrarme a la ausencia de carcelero
y a mirar por mi ventana, a través de los barrotes.
Pero tambien debo tener cuidado...
Porque a veces cuando vea el cielo brillar a través de ellos
soñaré con la libertad, me ilusionaré...
y es tan sólo eso, ilusión.
Y cuando vuelva a mirar veré sólo barrotes,
cuatro paredes formando un metro cuadrado,
suelo mojado, oscuridad y silencio, sobre todo silencio.
Esa es la realidad.

Lo que veo a través de las ventanas son sólo espejismos, y no quiero verlos.
Cierro los ojos, los aprieto fuerte... ¡y sigo viéndolos!
No quiero ver, no, no más... no quiero ver.
Si veo querré gritar y estirar la mano para alcanzarle.
Y no debo... no debo... es lo mejor... mejor así...aunque me equivoque.
Debo convencerme... debo creer en que pasará... todo pasa,
como la calma tras la tempestad, llegará.

In...
Con...
Ex...
I...
On...
Es = SOY. Soy inconexiones. O conexiones. O conexiones inconexas. O inconexión de conexiones. Creo que se me ha pelado el cable y estoy a punto de sufrir un cortocircuito. Escapa mientras puedas, escóndete en tu trinchera y no salgas, por nada del mundo salgas ni te acerques a mi, porque me inmolaré dejando que todo explote bajo mis pies y no quiero salpicarte.

Una carta más.

Anoche no podía dormir. Venías a mi cabeza una y otra vez, golpeando, revolviendo mis recuerdos, rasgándolo todo y trayéndolo de nuevo hacia mi. Así que decidí escribirte esta carta, como tantas otras veces te he escrito. Se que la leerás.

Sabes que no me gusta pensar en lo que me hace daño y por eso ésta manía mía de enterrar lo que duele. Quizá es de cobardes, lo sé, pero no puedo evitarlo. No te pienso mucho, y tal vez me culpes por ello, pero sabes que te quiero, y si no hablo de ti ni contigo es porque me dueles.

Anoche recordé muchas cosas, muchas... hasta las que casi había olvidado. Anoche escuché tu voz, toqué tus manos, me vi en tus ojos... anoche te sentí conmigo. Anoche lloré como una niña echándote de menos... porque de nada me sirve no pensarte si te llevo conmigo, si sé que estás ahí siempre, vigilando mis pasos.

Hay tantas cosas que no te dije... y tantas otras que repetí mil veces. Me hubiera gustado tenerte un ratito más. Y de haber sabido cómo sería el final hubiera cambiado muchas cosas. Pero aun así no me arrepiento de lo vivido contigo, ni si quiera de lo malo, porque todas esas cosas me han ido construyendo y me hacen ser como soy. Me has enseñado mucho, aun sin pretenderlo.

Hoy te echo de menos un poco más... sólo hoy. Pero sabes que no me permito nunca estancarme en la tristeza, y hoy no lo estoy.

Hoy hace un día brillante, radiante, lleno de luz... tu luz, seguro.

Hoy me siento bien y sonrío. Sé que estás ahí, cuidando de mi.

Hoy, un año sin ti.

Hoy, toda una vida contigo.

Te quiero, abuela.

sábado, 10 de mayo de 2008

Desempolvando canciones (II)

Sigo desempolvando canciones, y hoy le toca el turno a tres temas que me llenan de buen rollito y me hacen saltar de la silla y ponerme a bailar. No lo puedo evitar, se me cuelan las notas por los poros de la piel y el cuerpo me pide marcha jajajaja

El motivo de que ande desempolvando canciones es porque soy la encargada ponerle música al próximo viaje... viaje que aún no he comentado aquí y del que ya va siendo hora de hablar, porque por su culpa - bendita culpa - desapareceré del mapa internauta casi casi un mes. Y es que me voy en el mes de junio a Norway, o Noruega, o el camino del norte, como les plazca llamarlo :P a ver si allí encuentro el norte que perdí un día y no se dónde jajajaja.

Mismo modo de viaje que el año pasado: autocaravana. Esta vez vuelo a Frankfurt Hann, recogemos allí la que será nuestra casa-móvil durante tres largas semanas, rumbo a Dinamarca para coger el ferry y desde ahí, a Noruega, a ver fiordos, salmones, trolls y noruegos!

Ya iré contando algún detalle más, y sobre todo a la vuelta colgaré alguna - sólo alguna - de las millones de fotos que pienso hacer.

Ahora al tema: canciones desempolvadas. Hoy tres, de las de buen rollito.

Wenda, de Los Especialistas. Esta no la he desempolvado yo. Me la ha desempolvado una mocosa de cuatro años que se la sabe enterita y me hace bailarla con ella cada vez que viene a casa. Si la escuchas y no te apetece bailar, es que no llevas música en las venas!



Otra, ésta de Shuarma, ex componente del grupo Elefantes. J'habite a l'eden hace que me entren ganas de bailar descalza sobre una alfombra de hierba bajo la lluvia.



Y por últimooooo, todo un clásico de La Unión, pero versión remezclada sacada de su álbum recopilatorio Love Sessions. Ese rollo housero que le dieron me hace recordar una noche, años atrás, en el Pacha de La Pineda ufffff qué tiempos aquellos!!



¡¡A bailar!!

jueves, 8 de mayo de 2008

Desempolvando canciones (I)

Llevo unos días desempolvando canciones que hacía tiempo que no escuchaba y me estoy sorprendiendo –gratamente- con algunos de los temas que había casi olvidado. No me resisto a colgarlas aquí, porque tengo ganas de escucharlas una y otra vez, de cantarlas, de bailarlas, y por supuesto, compartirlas.

Hoy le toca el turno a MClan y una de las mejores canciones que he escuchado en mi vida: Miedo. Porque más de una vez me he sentido exactamente como dice la canción, porque tiene una letra increíble, porque me encanta la voz de Carlos Tarque y su manera de cantar, que además -por qué no decirlo- me pone.








Para empezar
diré que es el final
no es un final feliz
tan sólo es un final
pero parece ser que ya no hay vuelta atrás.
Sólo te di
diamantes de carbón
rompí tu mundo en dos
rompí tu corazón
y ahora tu mundo esta burlándose de mi.
Miedo
de volver a los infiernos
miedo a que me tengas miedo
a tenerte que olvidar.
Miedo
de quererte sin quererlo
de encontrarte de repente
de no verte nunca más.
Oigo tu voz
siempre antes de dormir
me acuesto junto a ti
y aunque no estás aquí
en esta oscuridad la claridad eres tu.
Miedo
de volver a los infiernos
miedo a que me tengas miedo
a tenerte que olvidar.
Miedo
de quererte sin quererlo
de encontrarte de repente
de no verte nunca más.
Ya se que es el final
no habrá segunda parte.
Y no se cómo hacer para borrarte.
Para empezar
diré que es el final.
Miedo
de volver a los infiernos
miedo a que me tengas miedo
a tenerte que olvidar.
Miedo
de quererte sin quererlo
de encontrarte de repente
de no verte nunca más.
Y aquí en el infierno
oigo tu voz.

martes, 6 de mayo de 2008

Un bucle infinito; mil pájaros sin vuelo

Mejor así, mejor así, mejor así, mejor así, mejor así, mejor así, mejor así... bucle infinito; una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... Frases que se repiten hasta la saciedad en la conciencia. Ambas dos, una y otra vez, mejor así.



No busques, no mires, no abras los ojos, no leas,
tapona los oídos del recuerdo, no escuches al silencio.
Ciega, sorda, muda. Quédate así.
Es tu elección, tu lo decidiste.
Cúbrete con tu capa de hielo,
que no se note que ardes por dentro,
que el viento no remueva más tus mares de dudas,
recoge las velas y déjate llevar a la deriva.
Y olvida y olvida y olvida...
y donde dice olvida di adormece.
Y duerme tus sentidos,
deja que sueñen sueños de olvido,
de blancas palomas, de pájaros sin trino.
Que no canten, no vuelen...
Duérmelos, adormécelos todos, uno a uno,
y no los escuches trinar.
Sujétales las alas y que no emprendan el vuelo,
que no lo hagan, que no se acerquen al sol.
Átales las patas con un cordel de seda negra
y prívales de libertad.
Ciérrales la jaula con barrotes de oro,
y no les dejes salir,
por que si emprenden el vuelo de nuevo
tal vez no vuelvan jamás.



Mejor así, mejor así, mejor así... una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... un bucle infinito; mil pájaros sin vuelo.