martes, 12 de febrero de 2008

El arte de la pesca

El otro día hablaba yo con una de esas personas en principio anónimas y que luego no lo son tanto. Una de esas personas que a mi me gusta llamar Maestros, porque siempre te enseñan algo sin querer – o sin querer queriendo, como decía aquél -, y mientras hablábamos me sorprendió con una gran lección, de esas que jamás olvidas y tratas de aplicar en tu día a día.

Voy a hablarte del pescador y del pescado – me dijo – y del arte de pescar. Y a mi me pareció raro que habláramos de peces cuando yo le había preguntado sobre hombres. Pero callé y escuché, atentamente, sin saber muy bien si me tenía que posicionar del lado del pescador o del pescado.

"Pescar es un arte, y no todo pescador es bueno. Puedes tener buen cebo, buena caña, buen anzuelo, estar en el mejor río y tener la suerte de que en ese instante pase por allí un banco enorme de peces... pero si no sabes pescar, te irás de brazos vacíos. Seguramente algún pez picará el anzuelo, eso seguro. Coleteará lleno de fuerza porque no quiere ser pescado. Entonces el mal pescador dará un tirón de su caña y recogerá el hilo tan rápido como pueda. Craso error, porque el pez usará sus energías para zafarse del anzuelo y lo hará, se liberará, y el pescador se quedará con las manos vacías.

Pero el buen pescador es paciente y tiene su táctica bien aprendida. Cuando el pez pica el anzuelo y coletea lleno de fuerza, le da carrete, le deja moverse, cansarse, pero sin soltar del todo... el pescado pierde energía y es entonces cuando el pescador tira suavemente del hilo, muy poco a poco... El pescado se resistirá, y volverá a colear... y el pescador volverá a soltar carrete dejando que se agote, que deje de resistirse... y cuando así sea, volverá a tirar de él, suavemente, recogiendo el carrete de forma firme, segura... acercándose cada vez más al pescado, a punto de tenerlo en sus manos.
El buen pescador repetirá esta operación cuantas veces sea necesario, hasta que el pez deje de oponerse a ser pescado y caiga rendido en sus manos. Todo un alarde de paciencia, todo un arte."

Lo entendí a la perfección... soy mal pescador. Siempre tiro, inconscientemente, tiro fuerte de la caña cuando el pez pica el anzuelo, y entonces lo pierdo. Pero ahora conozco la forma de hacerlo, y lo haré.

No contento con hablarme de pescadores y pescados, me habló de fútbol y de construcción, aunque la lección venía a ser la misma.

"En el fútbol nunca debes jugar siempre con la misma táctica. Es decir, no puedes jugar siempre al ataque, ni siempre a la defensiva. De nada te sirve jugar al ataque si tu oponente no está a la defensiva. Hay que saber adaptar tu juego a la actitud de tu adversario. Si se repliega, ataca, ataca con tus delanteros, busca un hueco en su defensa y entra en el área. Cuanto más cerca, más posibilidades de marcar. Y si él ataca, defiéndete, que no se rompa tu alineación, no dejes huecos por donde pueda marcarte. Siempre es un tira y afloja, un ataco-defiendo... así es el juego.

Lo mismo con la construcción... Tu no puedes dar siempre cal y no dar arena, porque no conseguirías una masa resistente, sino que se desmoronaría. Hay que dar una de cal y una de arena, a partes iguales, para que la masa sea sólida y la construcción no se venga abajo.

Y ahora, aplícate el cuento pequeña saltamontes – me dijo - , pero eso sí, aunque emplees estas tácticas, nunca dejes de ser tú, porque tu esencia es la base para que todo salga a pedir de boca."


Lo entendí Maestro - le dije-. Dar cera, pulir cera.