lunes, 12 de mayo de 2008

Inconexiones

In-con-ex-i-on-es

Es lo mejor, aunque duela... pero ¿qué duele más, quedarte o huir?
Huir no es la mejor salida... pero es una puerta al exterior.
Afuera hay aire, y yo me ahogo.
Afuera hace frío, mucho frío... y a mi el calor me nubla la mente.
Y cuando el calor me nubla la mente, me equivoco.
Y cuando me equivoco asumo mis errores y sus consecuencias,
aunque duela, aunque arda, aunque hiele por dentro, siempre por dentro.
Las consecuencias duelen y no sabes si prenderlas fuego o guardarlas en la nevera. Tratas de olvidarlas y cuanto más lo intentas, más recuerdas.
Y recurres al vacío, ese que se queda cuando algo que te llena se acaba.
Te dejas invadir más y más por él... mente en blanco, mirada ausente,
frío, frío, calor, calor... no olvido, adormezco.
Desaparezco, me hago invisible a la vista...
aunque en realidad sigo ahí, detrás de la cortina,
viendo la vida pasar y escaparse,
y estiro la mano para atraparle, y no puedo, no debo.
Y me siento perdida, como un barco a la deriva,
y me dejo llevar por las olas allá donde quieran llevarme.

Me gusta pensar que cuando me recuerdan lo hacen sonriendo.
Me da miedo pensar que sólo recuerden lo malo.
Quiero sonrisas, aunque no pueda verlas ni sentirlas,
aunque tenga que desaparecer para conseguirlas.
Quiero saber que no se me guarda rencor, aunque tampoco se me guarde amor ni cariño.
Quiero dormir tranquila, sin pensar cada noche ni cada mañana si estaré haciendo lo correcto, si no estaré equivocándome de nuevo.

Quisiera ser un autómata, estar programada para actuar sin tener que pensar,
tal vez así nunca erraría, y si algo va mal no sería mi culpa.
Eso tengo, culpa. Culpa de ser como soy y actuar como actúo.
La culpa no me deja dormir... ni vivir.
Vacío vacío vacío... prefiero el vacío a la culpa... pero tengo de los dos.
¡¡Cambio, cambio!! ¡Cambio un puñado de vacío por un abrazo!
Cambio un poco de culpa por un perdón.
Uno sincero, sereno, sin esperar nada más.
En realidad no debiera cambiarlo, porque es mío, y sólo mío.
Asumo mis errores, digo, y sus consecuencias,
así que culpa y vacío son míos, sólo míos.
Ni abrazos ni perdón para mi hoy.

He tallado una marca más en la pared de mi celda,
un día más... un trocito menos...
Debo acostumbrarme a la ausencia de carcelero
y a mirar por mi ventana, a través de los barrotes.
Pero tambien debo tener cuidado...
Porque a veces cuando vea el cielo brillar a través de ellos
soñaré con la libertad, me ilusionaré...
y es tan sólo eso, ilusión.
Y cuando vuelva a mirar veré sólo barrotes,
cuatro paredes formando un metro cuadrado,
suelo mojado, oscuridad y silencio, sobre todo silencio.
Esa es la realidad.

Lo que veo a través de las ventanas son sólo espejismos, y no quiero verlos.
Cierro los ojos, los aprieto fuerte... ¡y sigo viéndolos!
No quiero ver, no, no más... no quiero ver.
Si veo querré gritar y estirar la mano para alcanzarle.
Y no debo... no debo... es lo mejor... mejor así...aunque me equivoque.
Debo convencerme... debo creer en que pasará... todo pasa,
como la calma tras la tempestad, llegará.

In...
Con...
Ex...
I...
On...
Es = SOY. Soy inconexiones. O conexiones. O conexiones inconexas. O inconexión de conexiones. Creo que se me ha pelado el cable y estoy a punto de sufrir un cortocircuito. Escapa mientras puedas, escóndete en tu trinchera y no salgas, por nada del mundo salgas ni te acerques a mi, porque me inmolaré dejando que todo explote bajo mis pies y no quiero salpicarte.

Una carta más.

Anoche no podía dormir. Venías a mi cabeza una y otra vez, golpeando, revolviendo mis recuerdos, rasgándolo todo y trayéndolo de nuevo hacia mi. Así que decidí escribirte esta carta, como tantas otras veces te he escrito. Se que la leerás.

Sabes que no me gusta pensar en lo que me hace daño y por eso ésta manía mía de enterrar lo que duele. Quizá es de cobardes, lo sé, pero no puedo evitarlo. No te pienso mucho, y tal vez me culpes por ello, pero sabes que te quiero, y si no hablo de ti ni contigo es porque me dueles.

Anoche recordé muchas cosas, muchas... hasta las que casi había olvidado. Anoche escuché tu voz, toqué tus manos, me vi en tus ojos... anoche te sentí conmigo. Anoche lloré como una niña echándote de menos... porque de nada me sirve no pensarte si te llevo conmigo, si sé que estás ahí siempre, vigilando mis pasos.

Hay tantas cosas que no te dije... y tantas otras que repetí mil veces. Me hubiera gustado tenerte un ratito más. Y de haber sabido cómo sería el final hubiera cambiado muchas cosas. Pero aun así no me arrepiento de lo vivido contigo, ni si quiera de lo malo, porque todas esas cosas me han ido construyendo y me hacen ser como soy. Me has enseñado mucho, aun sin pretenderlo.

Hoy te echo de menos un poco más... sólo hoy. Pero sabes que no me permito nunca estancarme en la tristeza, y hoy no lo estoy.

Hoy hace un día brillante, radiante, lleno de luz... tu luz, seguro.

Hoy me siento bien y sonrío. Sé que estás ahí, cuidando de mi.

Hoy, un año sin ti.

Hoy, toda una vida contigo.

Te quiero, abuela.