lunes, 19 de noviembre de 2007

Promesas en precampaña

Acabo de ver las noticias y vengo negra, muy negra. Nunca he escrito aqui un post politico, aunque me he posicionado bastante claramente a la izquierda siempre. Pero hoy vengo encendidita.

Dicen los señores Rajoy y Aceves en su precampaña que si les votamos y ganan las elecciones nos quitan los impuestos a los mileuristas y a los pensionistas. Y claro, va la gente y dice: “qué bien, de puta madre… gano una mierda pero no tengo que hacer declaración de la renta. Algo es algo, no¿?”……… ¡¡Por los cojones!!

¡¡Pero a quién coño se creen que engañan!! Vamos a ver señores peperos: Yo quiero pagar impuestos. Con mis impuestos se supone que ustedes van a mejorar mi calidad de vida, mejorarán la sanidad pública, el transporte público, las carreteras, la enseñanza, etc etc…en definitiva, creceremos. Pero si no hay impuestos no hay dinero, y si no hay dinero ¿con qué coño piensan hacerlo? Yo lo que quiero es que me suban el sueldo. Yo lo que quiero es que igual que comparan los precios con los de países europeos, comparen nuestras nóminas y vean que lo que yo gano aquí en España no lo gana nadie en Francia, en Suecia… ¿O me van a contar que para que no bajen las arcas del Estado van a poner ustedes de su bolsillo los impuestos que otros vamos a dejar de pagar? Y he dicho de sus bolsillos, pero de los de ahora… que nos vamos conociendo, y lo primero que hacen en cuanto llegan al poder es subirse la nómina y eso no vale señores, no vale.

Métanse sus promesas electorales por el culo y no nos traten de tontos, porque pa tontos ya están ustedes. Que yo no tendré ni puta idea de política, ni tendré un primo tan listo como el del señor Rajoy … pero gilipollas no soy.

Si aún quedan meses para las elecciones y ya estamos escuchando payasadas de este tipo no me quiero ni imaginar cuando entren de lleno en campaña. Me crispan señores, me crispan.

¡¡He dicho!!

Dicen que la distancia es el olvido...

Dicen que la distancia es el olvido y yo no me lo creo. Sólo tengo que recordar éste fin de semana. Valencia, Alicante, Murcia, Córdoba y Madrid. Cinco lugares tan distantes en el mapa y cinco personas tan cercanas a pesar de los kilómetros que nos separan.

Ayer volvía desde Alicante sola en mi coche; mucho tiempo para pensar con tantas horas al volante. Ha sido un fin de semana largo y corto a la vez... largo por las casi 10 horas de viaje entre el viernes y el domingo, las pocas horas de sueño, la resaca... corto porque estas pequeñas reuniones siempre me saben a poco, porque tantos besos y abrazos nunca son suficientes para aguantar hasta la próxima. Aun así siempre merece la pena.

Parece mentira que puedas tener tantísima conexión con gente a la que sólo ves cara a cara un par de veces al año, quizá tres, o incluso a quienes sólo has tenido delante 24 horas. Parece mentira que podamos decir de corazón cosas como “mi casa es tu casa, ven cuando quieras”, o “lo que necesites; ya sabes donde estoy”, o un sencillo pero grande “te quiero”.

Y entonces pienso que en mi vida ha habido gente que he tenido cerca por mucho más tiempo, que incluso viven a menos de 20 metros de mi casa, con los que se supone que he compartido muchos mas momentos, muchas mas cosas, muchísimas más horas... y en cambio han pasado sin pena ni gloria, no me han aportado nada. O quizá si. Me han aportado la experiencia para valorar tanto lo que ahora estas otras personas me dan.

La distancia nos une más que si estuviéramos cerca. ¿Por qué? Pues porque es la misma que hace que cuando te ves aproveches las horas al máximo. Es la que hizo que Alicante y Madrid no durmiéramos a penas el viernes porque Murcia y Córdoba llegaban de madrugada. Es la que nos hizo sentarnos a las 6 de la mañana alrededor de 4 tazas de café y no dejar de charlar hasta las 10. Es la que nos hizo no parar de reír mientras tomábamos unas cañas en una terracita al sol. Es la misma que nos llevó con ilusión a recoger a Valencia a la estación. La misma que nos hizo llenar cada momento con mil besos y abrazos sinceros, con tantas y tantas sonrisas abiertas y llenas de corazón. La misma distancia que nos emborrachó y nos hizo bailar hasta casi el amanecer. La misma que ayer en la despedida nos hizo llorar y reír a la vez, mezcla de pena por separarnos y de alegría porque ya queda menos para la próxima... Con nosotros nunca se sabe cuándo ni dónde será, pero será.

¿La distancia hace el olvido? No, al menos no la distancia kilométrica, quizá si la distancia de corazón. Pero nosotros no estamos lejos, sino cerca, muy cerca.