jueves, 27 de septiembre de 2007

Relax

Ruido, luces, imágenes yendo y viniendo... me quiero evadir. Hoy es el día, hoy lo necesito. Conduzco hacia el refugio como un autómata y al llegar salgo del coche casi en marcha. Una vez dentro y tras cerrar la puerta estoy a salvo.

No hay tiempo para más, necesito evadirme ya. Lanzo mis ropas al suelo, suelto la goma que anuda mi pelo y caigo desnuda en la cama. Es el momento.

Mi espalda reposa perfectamente, mi cuello se acomoda en la almohada. Me estiro y relajo... cierro los ojos.

Respiro, profundo, escucho cada respiración, cada vez más lenta, más acompasada. Mentalmente relajo cada músculo... la frente, los párpados, la boca.... relajo el cuello, los hombros...Imagino cómo unos dedos presionan mi espalda, mis brazos, mis manos... esos dedos imaginarios masajean cada rincón...el pecho, abdomen, pubis...sigue bajando y finalmente relaja mis piernas, mis pies, todos y cada uno de los músculos de mi cuerpo. Es entonces cuando empiezo a sentir el peso. A través de los dedos de mis pies algo fluye y entra por ellos, noto como va adentrándose en mi, llenándome, haciéndome más y más pesada.

Uno... dos... tres... cuatro.... sigo respirando a la vez que relajo mi mente centrándome en la imagen visual de los números para no pensar en otra cosa, y mi cuerpo pesa tanto que ya no lo siento. Me dejo llevar por esa sensación hasta que finalmente resurge lo que buscaba.

Empiezo a oírlo...oigo el mar. Estoy tumbada en la arena, igual que ahora en la cama. Mis manos se clavan en ella y dejo deslizar cada grano por ellas. Siento la caricia que produce el roce de la arena en mis dedos y escucho la brisa, la siento en mi cara, en mi pelo. Escucho el suave murmullo de las olas, las gaviotas.... No tengo voluntad, no soy yo quien lleva las imágenes a mi cabeza, no soy yo quien domina el recuerdo. Yo sólo me dejo llevar.

Y ahora noto el agua mojando mis pies. Camino lentamente dejando que el agua me cubra, poco, muy poco a poco, saboreando cada instante, dejando que el agua saboree lentamente cada centímetro de mi piel. Avanzo y avanzo, y cuando el agua me llega al cuello me dejo caer.

Estoy dentro, el agua me cubre completamente, mi cuerpo se encoge, se abraza y se deja mecer. Siento que el agua me acoge en su seno y que estoy a salvo. No hay nada mas que el sonido del silencio en el agua y mi propio latir. No hay oxígeno, pero me mantengo ahí, serena y tranquila, protegida, hasta sentir la necesidad de respirar. Entonces mi cuerpo deja de abrazarse y se vuelve a estirar. Emerge de las aguas en posición horizontal. Respiro flotando sobre ellas. Sigo oyendo el silencio y mi latir, sigo sintiéndome segura, y respiro, lenta y profundamente. No siento mi cuerpo porque ahora es ligero. Me siento libre, limpia, relajada. No pienso en nada. Ya estoy lista.

Me incorporo despacio y avanzo esta vez hacia la orilla, dejando que el agua resbale por mi cuerpo arrancando de mí todo lo que no quiero, y una vez allí me siento y observo la puesta de sol. Medito un tiempo, me concentro en el sentir... He de guardar bien en mi recuerdo estos momentos porque puedo volver a necesitarlos. Una vez los pongo a salvo en algún lugar recóndito de mi mente, vuelvo a tumbarme. Acaricio por última vez la arena antes de marcharme, y sonrío. Sin apenas darme cuenta mi cuerpo va despertando, el peso que antes fluía hacia arriba ahora lo hace hacia abajo. Despiertan mis labios, despiertan mis brazos, mi torso, mis piernas...todo vuelve a su ser, y entonces abro los ojos y aunque sé que no me he movido de mi cama ni de mi cuarto, que ni tan si quiera he movido un párpado, también sé que he estado allí.