miércoles, 21 de mayo de 2008

Puzzle

Ayer me di cuenta de que parece que me voy vendiendo por fascículos. Y es que un día cuelgo mi sonrisa, otros mi mirada y por último mis pies. Parezco un puzzle. Y me vino a la memoria aquél post que escribió Pequeña hace ya unos meses y que sentí mío, porque me identifiqué por completo con ella. Ya se lo pedí prestado entonces y sé que no le va a molestar que lo vuelva a colgar aquí, para refrescar mi memoria.

Sonrisa puesta y ojos risueños. Risilla intercalada cada dos frases y siempre dispuesta a regalar una carcajada. Cualquier pique recibe como respuesta una imagen, bien clarita, de una lengua. O un mohín airado, demasiado exagerado para ser creíble.

Cabezota. Para lo bueno y para lo malo. Algunas discusiones se eternizan. Si se decide que se va a conseguir algo, no importa lo que se tarde, a por ello hay que ir. Ceño fruncido ante problemas
sin resolver. Mirada obcecada a la pantalla del ordenador cuando el p... descuadre señala 0.01.


Indecisa. Insegura. Los nervios a flor de piel siempre. SIEMPRE. El estómago y el sueño se resienten. Días sin comer y noches de mil vueltas en la cama. Los engranajes del cerebro siempre crujiendo. Ideas rebotando constantemente en la cabeza.

Serena. El control de la situación siempre en las manos. Con una "aparente" capacidad para la calma. Nadie adivina el nerviosismo. Siempre saliendo de la boca la palabra precisa. (Aunque por dentro, y esto es un secreto, mil demonios trastoquen tu funcionamiento)

Decidida. Valiente. Tomar decisiones y saber que se llevarán a cabo. Contra vientos y mareas. Aunque por dentro se tiemble, se dude y el germen del arrepentimiento intente hacer mella.

Capaz de decir lo siento. Diciéndolo sincera, con la mirada fija
y el corazón abierto. A veces la decisión y la cabezonería nublan la visión. Pero siempre hay alguien que ayuda a abrir los ojos. Nunca negarse a decir lo siento.


Llorica. Esa lágrima fácil mojando la almohada, mientras los brazos abrazan a las rodillas o a ese peluche tan acostumbrado a la salobridad del llanto.

Fuerza. Genio. Nunca aceptar que algo duele. Ironía ante los
envites. Reírse de todos, de todo y de ti. Mirada alta y paso firme.


Responsable, seria. Siempre saber que palabra está de más y cual está de menos. Compostura perfecta. Saber estar, saber hablar. Casi elegancia.

Ridícula. Con esa capacidad sorprendente para meter la pata.
Boca grande. Torpeza continúa. Tropezones, caídas. Manos
de trapo.


Activa. Con mil cosas proyectadas. Aficiones de todas clases. Un día pintar. Otro, escribir. Al siguiente, clases de baile. Hacer aeróbic. Salir a andar al monte.

Pereza absoluta. Diez minutos después de sonar el despertador, seguir envuelta en las sábanas. Sábados de apuntes sobre la mesa y tirarse en el sofá. Cualquier actividad es excesiva si supone algo más que cambiar de canal. Tres dibujos a óleo sin acabar. Eludiendo amigos que proponen noches de marcha.


Marchosa sin remedio. Loca por un lugar con amigos y música. No parar de moverse en toda la noche. Pies destrozados, caras desencajadas de las risas. Ignorando el sueño y las punzadas de las piernas.


Loca. Infantil. Corriendo, dando vueltas, riendo. Al lado de cualquier niño, ser más niña aún. Dislocar a todos y acabar
con el corazón a mil. Mareada de tanto saltar, gritar y dar
vueltas.



Soñadora. Con ganas de creerse todo. Creyendo en la magia
(y en las hadas, ;) ). Dejando volar la imaginación hasta límites
insospechados, hasta que "la realista", esa otra pieza del puzzle,
obliga a ser consecuente con la edad. Y entonces se acaba la diversión.


Dulce y tierna. Con esa capacidad para acurrucarse en los brazos de él. Perdiéndose en un beso, en un abrazo. Inventando mil caricias nuevas. Siempre soñando con sus manos y su boca. Con su cuerpo entero. Suspirando enamorada.

Éstas y muchas más soy. Un montón de piezas de puzzle contradictorias. Un puzzle que parece imposible ver completo. ¿Mil caras para una sola moneda? Algo así. Quizás solo una palabra pueda resumirme: Contradicción.


He rescatado también el comentario que le dejé:

29 noviembre, 2007
La Sonrisa dijo...
Me acabas de dejar
alucinada... y es que tu puzzle y el mío tienen las mismas piezas. No sé si se
colocarán igual o no, pero te aseguro que son las mismas.
Leyéndote parecía
que me leía.

¿Y sabes qué es lo malo de tener un puzzle con piezas tan
contradictorias a veces? que la gente no sabe encajarlas en su sitio y,
perdidos, se dan por vencidos ante la incapacidad de contemplar el puzzle entero
ya montado.

Y luego está cuando nosotras mismas ocultamos piezas... o
cuando a veces las perdemos...

Vaya, me ha gustado muchísimo este post.
Algún día te lo pediré prestado... al fin y al cabo también son mis piezas ;)

Besos


Sigo pensando exactamente igual que entonces. Nuestro puzzle es complicado, pero no imposible de montar. Basta con querer hacerlo; todo es voluntad. Pero hay gente que, cuando las cosas no les salen, se dan por vencidos y le dejan el rompecabezas a otro, o simplemente no les va gustando como queda el puzzle y lo dejan a medias. Es normal, les entiendo, porque son puzzles de muchas piezas y muy pequeñas, difíciles de encajar todas. ¿Pero sabes que? Que probablemente sean esos los más bonitos, y una vez terminados te proporcionen una grandísima satisfacción.

Yo no me daré por vencida nunca y no descansaré hasta terminar mi propio puzzle. Tengo toooooooodo el tiempo del mundo, pero sobre todo, ganas.



Yo no busco la pieza que me falta, ni nadie que reconstruya por mi el rompecabezas... yo quiero unas manos que recompongan conmigo mi propio puzzle.