
Los curiosos la observan desde abajo y murmullan entre ellos sobre lo peligroso de la hazaña. Pocos confían en que lo logre y esperan la tragedia tras los golpes del aire que azota cada vez más fuerte. Pero ella sigue en pie. Se tambalea, restablece el equilibrio y sigue caminando. Mirada fija, al frente, nunca abajo, nunca atrás.
Sabe que llegará hasta el final del cable aunque eso no signifique ganar. Pero nadie le enseñó a darse por vencida, y no lo hará.