Me llamas bruja, sin serlo. Quizá mi culpa sea darte el brebaje de mis labios y entregarte mis sueños. Quizá sea culpable de entrelazar mis piernas a tu cintura, cual escoba, y cabalgar tu cuerpo. Soy culpable de lograr que te sientas mío al susurrarte letanías mientras te beso. Si el embrujo de mis ojos es causante de tus sueños, soy culpable, lo siento.
