lunes, 2 de julio de 2007

Análisis de un pokero.

Perreando por el Youtube (primer dia de baja y ya no sé ni qué mirar...) me he encontrado con esto llamado "Análisis de un pokero", que me ha causado el segundo ataque de risa de la tarde, y despues el consiguiente ataque de tos por el que casi me muero otra vez (y van dos).
Lo siento, de verdad que yo soy muy tolerante con todo, que cada uno puede ser como quiera, pero esto de los pokeros me supera, esta es la generación que nos sigue?? madre mia... pokeros y pokeras leopardesas.
A ver... identificais a algun vecino vuestro? jajajaj porke sale uno que es clavaito al Josito, uno de mi barrio jajajaja los pokeros nos invaden!!
Na, espero que os riais o un rato... o al menos que no os ofendais si vuestro hermano pekeño es pokero... hay que llevarlo dignamente... la mia es leopardesa jajajaja.
Besossssssssss

http://www.youtube.com/watch?v=YOa10M1c84M

A la pequeña P.

Y ella la miró, echa un ovillo en el suelo, acurrucada en un rincón a oscuras, abrazando sus piernas, la cara hundida entre las rodillas… la vio pequeña, una niña indefensa, como nunca antes la había visto. Se acercó lentamente, tomó suavemente su cabeza entre sus manos y le levantó la cara. Fue entonces cuando vio que lloraba. Tenía los ojos hinchados de haber llorado durante horas, quizá días… incluso años. La pequeña alzó los ojos, que se la clavaron. Nunca antes había visto tanta tristeza en una mirada. El verde de sus ojos ya no destilaba alegría, no había sonrisa en ellos… ahora suplicaban, pedían a gritos una mano que la levantara, unos brazos que la rodearan, un susurro, una palabra… Fue entonces cuando ella la tomó entre sus brazos y la acunó como a un bebe. Acarició su pelo, le susurró consuelos, tan suaves que solo el alma de la pequeña podía oírlos. Le secó las lágrimas a besos, besó su frente. La pequeña suspiró, quizá aliviada, quizá solo buscando algo de aliento para seguir llorando. Volvió a levantar su cara, y sus ojos se encontraron… se vieron la una en la otra. Una débil, frágil, cansada… La otra fuerte, con entereza, madura… Se sonrieron y su sonrisa fue una… la misma.
Ella se puso en pié y ofreció su mano sincera a la pequeña, quería levantarla… La niña miró su mano y sus labios volvieron a dibujar una sonrisa cómplice, de agradecimiento. Tomó su mano y alzada por el impulso que ella le dio, se puso en pié. Una frente a la otra volvieron a mirarse, reconociéndose, sin soltar sus manos… ya no parecía tan niña, ni tan pequeña, ni tan triste… sus ojos dejaban ver consuelo. Volvieron a abrazarse y hubo un susurro casi imperceptible a los sentidos, pero que al corazón le pareció un grito… “yo cuidaré de ti”. La pequeña se sintió segura… y ella supo que saldría adelante por las dos.
Con sus manos aún unidas en un lazo inseparable, comenzaron a caminar, sin mirarse… solo con la certeza de que las dos estaban allí, la una para la otra, que las dos eran una, la misma persona, y todo iría bien.



27 de enero de 2007.