lunes, 2 de julio de 2007

A la pequeña P.

Y ella la miró, echa un ovillo en el suelo, acurrucada en un rincón a oscuras, abrazando sus piernas, la cara hundida entre las rodillas… la vio pequeña, una niña indefensa, como nunca antes la había visto. Se acercó lentamente, tomó suavemente su cabeza entre sus manos y le levantó la cara. Fue entonces cuando vio que lloraba. Tenía los ojos hinchados de haber llorado durante horas, quizá días… incluso años. La pequeña alzó los ojos, que se la clavaron. Nunca antes había visto tanta tristeza en una mirada. El verde de sus ojos ya no destilaba alegría, no había sonrisa en ellos… ahora suplicaban, pedían a gritos una mano que la levantara, unos brazos que la rodearan, un susurro, una palabra… Fue entonces cuando ella la tomó entre sus brazos y la acunó como a un bebe. Acarició su pelo, le susurró consuelos, tan suaves que solo el alma de la pequeña podía oírlos. Le secó las lágrimas a besos, besó su frente. La pequeña suspiró, quizá aliviada, quizá solo buscando algo de aliento para seguir llorando. Volvió a levantar su cara, y sus ojos se encontraron… se vieron la una en la otra. Una débil, frágil, cansada… La otra fuerte, con entereza, madura… Se sonrieron y su sonrisa fue una… la misma.
Ella se puso en pié y ofreció su mano sincera a la pequeña, quería levantarla… La niña miró su mano y sus labios volvieron a dibujar una sonrisa cómplice, de agradecimiento. Tomó su mano y alzada por el impulso que ella le dio, se puso en pié. Una frente a la otra volvieron a mirarse, reconociéndose, sin soltar sus manos… ya no parecía tan niña, ni tan pequeña, ni tan triste… sus ojos dejaban ver consuelo. Volvieron a abrazarse y hubo un susurro casi imperceptible a los sentidos, pero que al corazón le pareció un grito… “yo cuidaré de ti”. La pequeña se sintió segura… y ella supo que saldría adelante por las dos.
Con sus manos aún unidas en un lazo inseparable, comenzaron a caminar, sin mirarse… solo con la certeza de que las dos estaban allí, la una para la otra, que las dos eran una, la misma persona, y todo iría bien.



27 de enero de 2007.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bonito¡¡¡

que gran verdad, siempre necesitas a alguien, pero a un buen amigo de verdad que se preocupe por tí y camine a tu lado cuando lo necesites; y a la vez que te deje vivir la vida, te deje caer y llorar y luego te ayude a levantarte

besos

Punch dijo...

Acarició su pelo, le susurró consuelos, tan suaves que solo el alma de la pequeña podía oírlos. Me encanta esa frase :)
Creo que todos tenemos un gran desconocimiento de nostros mismos, a veces, conocemos mas a otras personas que a nosotros. que grandes momentos cuando nos damos cuenta de algun detalle personal y nos sentimos orgullosos o cuando sabemos que somos de alguna forma que no nos gusta :P
no se por que, al menos a mi me pasa, que un niño puede transmitirme sensaciones mucho mas intensas que una persona adulta. un niño es capaz de irradiar muchisima mas felicidad que una adulta, pero tb la mirada de un iño triste puede llegar mucho mas hondo :P
engaaa mejorateeee

Sirena varada dijo...

Todos llevamos un niño dentro, y en algún momento necesitamos esa mano que no ayude a seguir caminando. muy bonito post.

Patricia dijo...

Lenita... a veces el mejor amigo de uno es uno mismo. Me alegro de que te guste y de que vuelvas a pasar por aki ;)
Punch... no estoy de acuerdo contigo. Yo no me desconozco, me conozco mejor que nadie, por eso mi mejor amiga soy yo, el hombro donde lloro y la que mejor sabe cuando necesito un abrazo. Vuelve a leer el texto pensando que la pequeña y la grande en realidad son dos personajes distintos dentro de una misma persona ;)
Y si, los niños transmiten mucho, mucho mas... pero es que algunos adultos seguimos llevando un niño dentro.
Besos (pero de lejos, para no pegaros ningún virus jajaja :P)

Patricia dijo...

Sirena varada... veo que lo entendiste ;)
Bienvenida

Sirena varada dijo...

Me he sentido muy identificada, espero seguir disfrutando de entradas tan bonitas como esta, y como he leido que estas pachucha mejorate!!!!!!!!!!

Punch dijo...

joer que suerte tienes, yo cada cierto tiempo me sorprendo a mi mismo, yo la verdad se que no me conczco para nada :( yo conmigo mismo no me vale, necesito muchas veces apoyo de fuera, que me digas cosas que no se, palabras que aun no he oido.. :P

Anónimo dijo...

pues debo ser única pero no he visto referencias a un niño,,, a lo mejor es porque no he sentido la llamada de la naturaleza de ser madre¡¡¡

lo he vuelto a leer y está mucho mejor con el significado de ser dos partes de una misma persona, genial¡ hay veces que tienes que hacer de tripas corazón cuando estás triste e intentar superarte

Patricia dijo...

sirena varada, yo me alegro de que te guste lo que escribo, y gracias, me mejoraré... mala hierba núnca muere.
Lenita, es que leerlo como dos partes de una misma persona es lo correcto, es como lo escribí. Y si, hay que hacer de tripas corazón y autoconsolarse cuando ni una mano en tu hombro te consuela.
Punch, yo me sigo sorprendiendo, pero porque las personas cambiamos, evolucionamos, y núnca me conoceré 100% porque dentro de un minuto no seré la misma que hacía 60 segundos ;) . Yo tb necesito ese apoyo de fuera, esas cosas que necesitas oir, todo eso que tu dices... pero a veces no lo encuentras y solo te keda abrazarte a ti mismo en un rincón.

Gracias por pasaros por aquí.
Besos

Punch dijo...

n si lo de que son la misma persona queda claro en la ultima frase, pero que su tro yo lo haya refejado en forma de niño es por loq ue me atrevi a hacer ese comentario :P