viernes, 17 de agosto de 2007

A golpe de palabra

En la cola de la caja, en un supermercado cualquiera. Un niño y una niña de 5 y 7 años respectivamente. Se dan codazos el uno al otro mirando a la cajera, una jovencita normal, con unos kilos de mas... de repente el niño dice:

- Oiga, señora... ¿está usted enferma?

- No bonito, no estoy enferma - responde cariñosamente la cajera, sorprendida ante la pregunta del chiquillo. No sabe a qué se refiere, pero les sigue observando curiosa.

- Pero... usted tiene una enfermedad, ¿verdad que si? Y se va a morir.

- No niño, no estoy enferma ni me voy a morir, ¿por qué crees eso?

- Porque está usted gorda, debe tener una enfermedad muy grave y por eso está gorda y se morirá... da asco estar gorda.

Cara de alucine de la cajera, de la gente que había escuchado a un niño de 5 años decir eso, y sobre todo cara de vergüenza la madre del retoño.

Silencio. Madre en silencio, hijos en silencio, cajera en silencio... todos callados ante el comentario del chiquillo. Vergüenza propia en unos, ajena en otros. Silencio, cuando en realidad alguien debería haber dicho:

-Señora, no se avergüence por su hijo, tiene sólo 5 años. Pero avergüéncese de usted misma, por no ser capaz de enseñarle educación y respeto a su pequeño. Gracias a gente como usted y su manera de enseñar a sus hijos estamos creando monstruos, monstruos que escupen dardos envenenados y que pueden llegar a hacer mucho daño con un solo comentario. Quiza el descaro de su hijo acabe de provocar en esa joven una grave enfermedad (léase bulimia, anorexia...), y esta vez si, su hijo tendrá razón, le llevará a la muerte.

En esta escena (real) fué un niño el que hizo un comentario hiriente sin reparar en ningún momento si era adecuado o no hacerlo. Pero en miles de situaciones son personas adultas las que hablamos sin pararnos a pensar lo que estamos diciendo, sin pararnos a pensar si un simple comentario inocente puede ser un golpe bajo para alguien.

"Hablar es gratis, pero puede costar muy caro"

Nota: el tema de este post no es ni la obesidad, ni la anorexia, ni la bulimia, simplemente es una situación que tuve ocasión de ver con mis ojos y que me sirve para explicar que la gente muchas veces habla por hablar sin pensar que puede hacer muchísimo daño. Deberíamos pensar dos veces antes de decir ciertas cosas... hay palabras que hieren mucho más que puños, y los cardenales de un golpe se curan... las heridas internas tardan múcho mas en cerrarse, si es que lo hacen.

3 comentarios:

Angel dijo...

los niños no tienen culpa de nada, son los unicos que dicen lo que piensan.... y eso lo han aprendido de algún sitio. Tienes razón, la madre se lo tendría que mirar y analizar la situación, por que no es normal. Y es lo que dices, la madre se avergüenza del niño, cuando ella se tendría que avergonzar de si misma. Petons...

Anónimo dijo...

vaya educación de mierda están dando a los niños. entre los padres, la mayoría de los cuales debe pensar que tener un hijo es como pegarse un capricho y dejarle luego a su bola, la televisión y la sociedad,,, uffff¡¡¡¡¡

los niños dicen lo que aprenden de los padres y de su entorno. probablemente esa madre esté obsesionada con su peso. e inconscientemente pase la obsesión a su hijo, el cual tenga problemas en un futuro gracias a esa educación. esa madre ante comentarios así debería reaccionar y darse cuenta de lo q está haciendo antes de que sea demasiado tarde. verguenza de la madre, no del niño ni de nadie más.

es verdad que una simple palabra duele más que mil hechos. hay veces que las dices sin darte cuenta y cuando lo piensas te arrepientes y ves que has metido la pata. una pena que lo q a veces para tí no significa nada para otra persona puede que sí. y no puedes dar marcha atrás a ningún reloj para borrarlo.

"una palabra hace mucho más daño que miles de hechos"

con permiso de pablito, me ha salido esa frase ;-)

besos malditos¡¡¡

Patricia dijo...

Amen! ;)
Es justo lo que quería decir.
Besos a los dos, y ahora voy a publicar otro post jajajaja hoy me desborda la imaginación.